Se questo è un uomo
Lo que quiero decir con esto es que lo normal no es ganar esta competición, lo normal es no ganarla. Pero sucede que cuando se viene de una temporada que parece el guión de un capítulo de la doctora Quinn se adopta la hermosa costumbre de ganar. Y sucede también que la posibilidad de disputar la final en la guarida del enemigo era demasiado tentadora, sobre todo cuando faltó tan poco para conseguirlo.
Pasando ya al fútbol decir que una vez más se demostró que las eliminatorias a doble partido se suelen ganar o perder normalmente en el encuentro de ida. Decíamos hace una semana que un 3 a 1 era un resultado muy malo pero no catastrófico aunque de todos modos iba a ser muy difícil remontar frente a un equipo italiano que vendría de modo totalmente desprejuiciado a practicar el catenaccio.
La alineación de Guardiola presentaba en esta ocasión la novedad de hacer que Touré jugara en una extraña posición que la verdad no comprendí mucho. El resto del equipo era lo mejor que el Barça podía ofrecer. Pronto se vieron las claves del partido que, en el caso italiano, consistieron en una defensa de nueve jugadores con Sneijder tratando de cazar algún rechace o robo de balón para montar un contraataque y con Diego Milito en punta sin posibilidad alguna de crear ocasiones pero con la misión de retener la pelota y clavar en lo posible a los zagueros. Etoo se comportó como un defensa más. El resultado es que el balance ofensivo del Inter fue nulo pero eso es algo que sólo se te echará en cara si no pasas la eliminatoria.
Así pues el Barça, una vez más se dispuso a jugar un partido en el que iba a tener el total control de la pelota frente a un rival dispuesto sólo a defenderse, el hecho de que se tratara de toda una semifinal de la Champions contra un histórico del fútbol europeo no constituía ninguna diferencia. De todos modos pronto se vio que en esta ocasión las cosas iban a ser incluso más difíciles que de costumbre ya que el Inter se mostró prácticamente invulnerable y el Barça no encontraba ningún resquicio por donde colarse, a eso ayudó algo que, paradójicamente, ha sido una de nuestras señas de identidad en estos últimos años: el empeño por combinar y llegar con el balón controlado hasta que sólo haya que empujarlo dentro. Anoche este empeño se tradujo en que, en ocasiones, no se chutó por buscar ese último pase interior que casi siempre resultó interrumpido por la defensa italiana. A todo esto hay que decir que anoche las bandas no funcionaron, la derecha prácticamente fue inexistente en la primera parte, la izquierda mostraba una vez más las dificultades de Pedro para el desborde, la solución eran los pases por alto -que resultaron rechazados el 99% de las veces- o retrasar hacia el centro para buscar ese pase interior imposible.
Para colmo Ibrahimovic (sin duda siguiendo consignas de Pep) salió de la que es (o debería ser) su posición natural de nueve y ejerció en ocasiones de extremo y en ocasiones de media punta dejando en ambas posiciones claras señales, una vez más, de que va siempre a una marcha distinta de la del resto de sus compañeros.
Visto lo anterior es lógico que la primera parte se resumiera en un tiró magistral de Messi que no entró gracias a Julio Cesar. Aun así seguía habiendo tiempo de sobra para la remontada y tenía esperanzas de que tal cosa sucediera. La expulsión de Motta (seguramente Busquets exageró el golpe pero dicho golpe existió y si bien no era roja directa sí era la segunda amarilla con lo la decisión del árbitro puede calificarse de justa) no cambiaba nada en realidad de no ser porque daba una excusa, que nadie en Italia iba a pedir de todos modos, para que el Inter se retrasara aun más y renunciara a cualquier cosa que no fuera una defensa cerrada.
En la segunda parte Pep decidió con buen criterio que le sobraba un defensa y que Piqué se bastaba para solventar cualquier problema que se le presentara (como así fue) y cambió a Milito por Maxwell. Pero en esta segunda parte las cosas parecían ir a peor, el equipo seguía sin poder encontrar alternativas para atravesar el caparazón italiano y redujo su actividad a chutar, esta vez sí, aunque sin la más mínima puntería.
Guardiola quiso poner aún más carne en el asador y metió a Bojan y Jeffren. Según mi humilde opinión creo que Henry podía haber tenido su última oportunidad ya que su tranquilidad (bien entendida) y su veteranía podían haber ayudado en un partido de estas características. Quitar a Ibrahimovic tampoco me pareció una mediada adecuada puesto que con el encuentro ya tocando a degüello la altura del sueco podía habernos dado la posibilidad de un remate de cabeza improbable pero no imposible. De todos modos ayer el sueco, con culpa o sin ella, perdió otra gran ocasión de justificar su fichaje.
Todo dependía ya de que el partido abandonara la lógica y entrara en la épica. En el minuto 82 llegó lo que podía haber sido el comienzo de una nueva historia para contar a los nietos. Piqué (este se ha ganado el cielo blaugrana hoy aunque no vuelva a hacer un buen partido en su vida, algo que no sucederá) recibió un balón de Xavi (en fuera de juego bien es cierto) y, con una habilidad que no le veíamos desde que marcó el sexto en el Bernabeu el año pasado, partió la cintura de Julio Cesar y de un defensa y marcó el gol que debería haber marcado Ibra.
Quedaban ocho minutos de tiempo real más el descuento (vergonzoso que sólo fueran cuatro minutos por cierto) ¿quién decía que no era posible?. El equipo lo intentó con más ahínco todavía pero todo se redujo a un par de tiros de Xavi y Messi (el de Xavi fue el más prometedor pero no había nadie para recoger el rechace de Julio Cesar) y un gol a mi entender injustamente anulado a Bojan por manos previas de Keituré (he decidido fusionar los nombres de ambos jugadores ante la completa imposibilidad de distinguirlos). Una autentica lastima porque ese gol de Bojan podía haber sido aun más legendario que el del (hoy muy añorado) Iniesta.
Final del partido. Repito que llegar a una semifinal de Champions y caer con honor es un consuelo (triste pero consuelo al fin y al cabo). Nada que objetar al Inter que hizo su partido en Milán y vivió de las rentas en Barcelona, no me gusta su forma de jugar pero la respeto.
En cuanto al tío Mou…..tampoco me gusta su manera de calentar los partidos aunque también lo entiendo como una táctica como otra cualquiera. Prefiero ser bien pensado y creer que su show del final del encuentro estuvo motivado por la alegría y no por las ganas de tocar las narices. De todos modos comprendo la reacción de Valdés aunque no así la del señor de los aspersores al que habría que darle un tirón de orejas. Podemos perder el partido pero no el honor.
Ahora a por la liga.