Dos pasos hacia atrás
Es tarde, nos ha pasado por encima nuestro peor enemigo y tengo gripe. Hablamos mañana.
Ya es mañana. Muy rápido. La batalla por recuperar la moral de la que habíamos hablado el otro día tuvo un comienzo tibio con la victoria contra el Sevilla y un nuevo mazazo en el partido de ayer. De haber conseguido un gran resultado en San Siro posiblemente nos importaría menos (aunque nos dolería igual) la derrota frente al eterno pero a la derrota se une la preocupación.
El equipo saltó al campo con el mismo once que en Milan y aunque no pasó exactamente lo mismo se puede decir que se tuvieron las mismas carencias: incapacidad para reorganizar la defensa tras una pérdida de balón, ausencia de juego efectivo por banda, baja forma de nuestros jugadores más desequilibrantes, Cesc absolutamente perdido e incapaz de influir en el juego, etc...
Aún así las cosas pudieron haber sido muy diferentes si Messi hubiese logrado transformar esa ocasión en los primeros compases del juego o esa falta al filo del descanso después de que el Madrid se hubiese adelantado. Pero de resto se puede decir que la tónica fue semejante a la del enfrentamiento con el Milan: un Barça romo incapaz de transmitir ninguna sensación de peligro frente a un rival que sí transmitia dicha sensación en cuanto recuperaba la pelota y lanzaba pases adelantados.
Lo malo es que las posibles soluciones parecen más bien cosa del medio o del largo plazo y pasarían por reorganizar una defensa que siga los postulados de nuestro estilo (es decir capaz de cortar el avance enemigo pero sin desprenderse de la pelota así como de sumarse al ataque por banda) pero que tenga la capacidad de reacción suficiente como para que no sea tan fácil que nos metan un gol como mínimo en cada partido. También pasaría por reconocer que ni Puyol ni Xavi van a ser eternos y que ya se deberiá estar trabajando por su futura sustitución en lugar de poner parches a las numerosas ausencias de ambos.
Y pasa también por potenciar el juego de ataque (supongo que la anunciada llegada de Neymar tendrá mucho que ver con eso) ya que dependemos excesivamente de los goles de Messi (la otra alternativa goleadora ha sufrido una mezcla de lesiones y marginación inexplicable) y su desafección forzosa en partidos como los de ayer nos condena a dejar el marcador a cero.
Pero antes de todo eso hay que afrontar lo que queda de temporada que no es poco. En primer lugar un partido escasamente interesante y poco relevante (dudo mucho que por muy mal que se puedan poner las cosas nuestro triunfo en la liga pueda peligrar) pero que debe servir como reacción al menos en cuanto al juego y la imagen, luego esperar una derrota del Madrid contra el Manchester (no es una mezquindad tal esperanza cuando todos damos por hecho que nuestra gloria depende tanto de nuestro triunfo como del fracaso del enemigo y viceversa) lo que nos daría la tranquilidad suficiente para afrontar el partido más decisivo de este cada vez más inquietante curso 2012-2013. Veremos qué se le ocurre al disperso cuerpo técnico de aquí a entonces.