Jornada XXIV
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Vi el partido en las peores condiciones que se pueda imaginar: en la muy madrileña Carrera de San Jerónimo y en un bar decorado con cabezas de toro con camareros vestidos de rejoneadores. Aun así fui capaz de constatar varios aspectos interesantes del encuentro de ayer. El primero de ellos fue de nuevo la no alineación de Piqué, una ausencia que ya empieza a oler mal, ni siquiera se puede aducir en esta ocasión que se quería reservar al defensa para compromisos próximos (salvo que se nos intente hacer creer que dicho compromiso es el amistoso de la selección española del miércoles de esta semana).
A pesar de lo que he leído y escuchado por ahí el primer tiempo del equipo no me gustó demasiado, el partido en esta primera parte me resultó un correcalles en el que al menos no nos tocó pasar apenas ningún serio apuro en nuestra portería y sí tuvimos varios acercamientos a la del equipo local, en uno de ellos una jugada iniciada por Messi y continuada por Cesc terminó en un remate de Alves y el cero a uno en el marcador. Así terminaban los primeros cuarenta y cinco minutos de un encuentro áspero y disputado con juego muy físico (mas no violento) en el que repito que cuanto menos no se transpiraba peligro en nuestra portería.
Por el contrario nada más empezar la segunda parte ocurrió lo peor, una nueva indecisión en el juego defensivo (Busquets recuperó su nefasta costumbre de golpear el balón hacia atrás con la cabeza sin tener ni idea de a dónde lo envía) trajo el empate dejando las cosas como en el comienzo de la primera parte, esto es un nuevo correcalles pero en esta ocasión con los colchoneros contragolpeando cada vez más y cada vez con más sensación de peligro. A sabiendas de que, como de costumbre, un empate equivalía a una derrota el Barça no tuvo otra opción que lanzarse a tumba abierta en busca de la victoria sustituyendo a Alves por Cuenca y a Cesc por Pedro con lo que se puso sobre el campo al equipo más ofensivo posible dejando, en manos de los sufridos Puyol, Mascherano y Abidal (a los que se sumo defendiendo la última trinchera un Víctor Valdés que sin duda fue el mejor jugador de su equipo) la tarea de contener la contraofensiva rojiblanca. El Barça logró una vez más inclinar el intercambio de golpes en su favor y poner cerco a la portería de Courtois, podía haber sucedido como en otras salidas anteriores, es decir que el dominio y el mejor juego no dieran resultado, pero en esta ocasión la fortuna nos sonrió en forma de un gol de Messi que combinó genialidad con picardía (parece muy tonto volver a caer de cuando en cuando en el truco de “Han pedido barrera ¿verdad?” pero es una mera cuestión de probabilidades).
Me quedo no sólo con la victoria sino también con la rabiosa celebración del equipo (impagable la visión de Puyol derrengado sobre el césped del Vicente Calderón), muestra de que por muy difícil que se haya puesto la liga los nuestros siguen empeñados en vender cara la derrota.