martes, 29 de noviembre de 2011

Jornada XV

Estoy griposito así que acabamos rápido. Partido adelantado y desangelado del que sólo se esperaba que tuviera un efecto balsámico, vamos que el Rayo iba a pagar los platos rotos de la derrota en Getafe. Así fue y además con la buena noticia del doblete de Alexis (que confirma su buena progresión) del gol de Villa y de un nuevo golazo de Messi. Lo peor el descaro de Piqué al hacerse sacar la amarilla. Son ganas de echarle carnada al tiburón. Hasta el fin de semana donde el Levante seguro que nos las hará pasar prostitutas.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Jornada XIV



Ya hemos comentado en ocasiones anteriores que en realidad esa sensación de que es muy difícil jugarle al Barça no corresponde a la realidad, para equipos como el Getafe jugar con el Barça es algo muy relajante: una derrota (salvo que sea exagerada) siempre tendría disculpa, un empate equivaldría a una victoria, y una victoria sería una hazaña que resonaría en medio mundo. En resumen, hablamos de esa cómoda posición en la que uno no tiene nada que perder y sí mucho que ganar.

Esto suele ser la norma para el Barça en todos los partidos en los que el equipo contrario no se juega la honra (y a veces ni incluso así), la diferencia la marca naturalmente la disposición con la que nuestro equipo enfrenta esos partidos. Ayer el Barça venía tras haber disputado, tan solo tres días antes, un extenuante partido a nivel físico y mental, venía además con el ya habitual desbarajuste en defensa (ayer faltó Puyol) y con una ausencia en el mediocampo que se me antoja fundamental para analizar este partido. Mejor dicho una doble ausencia. El Getafe, como hemos dicho, salió de forma totalmente desprejuiciada a poner el autobús en su área buscando el empate como objetivo y con la esperanza de conseguir algo más. El Barça por su parte se comportó, o trato de comportarse más bien, del modo habitual en estos encuentros: teniendo la casi exclusiva posesión de la pelota, pasando escasos o nulos apuros en defensa y poniendo cerco a la meta rival. Pero en esta ocasión pasó algo diferente.

Bien es cierto que el Getafe se esmeró en defensa con especial dedicación, replegándose en el último tercio de su propio campo, encerrando a los dos jugadores que hacen mover el equipo (Xavi y Messi) entre una espesa red de piernas, cortando las mágicas líneas de pase de las que el Barça disfrutó en San Siro, y aplicando un marcaje no violento, ni siquiera duro, sino persistente y molesto que asfixió a nuestros jugadores. Pero repito que nada de esto fue una novedad, la novedad fue la actitud del equipo que durante todo el partido se mostró cansado, exasperado, con evidente malestar ante tener que jugar un nuevo encuentro a cara de perro tras el gran esfuerzo del miércoles. Por añadidura faltó en el terreno de juego el factor desequilibrante que suelen ofrecer Iniesta y Cesc, no recuerdo si durante la presente temporada han faltado ambos jugadores de forma simultánea en un partido, pero esta claro que si la ausencia de uno es un problema, la ausencia de los dos es un gran problema. Casi todos los jugadores del equipo tienen más o menos una función determinada, pero otros como los citados anteriormente, y por supuesto Leo Messi, tienen más libertad para actuar, en definitiva pueden jugar como quieran, precisamente esa chispa de improvisación que ofrecen los dos canteranos que ayer no saltaron al campo (me cabrea especialmente que se dijera de Cesc que “aunque estaba para jugar por precaución se le dejó fuera”, coño pues si estaba para jugar al menos que estuviera en el banquillo y no en la grada comiendo pipas) fue lo que marcó la diferencia.

En resumen que la sensación que transmitió ayer el equipo desde el principio del partido fue de un juego espeso y lúgubre en el que sólo un destello de genialidad podría marcar la diferencia. Pero no hubo tal, Messi (precisamente el encargado de marcar esa diferencia) no jugo ayer un buen partido empeñando en entrar con la pelota controlada en el área o ejercitar pases interiores que invariablemente eran cortados por la defensa madrileña, de resto se optó por tratar de colgar balones al desmarque de los delanteros o por tiros exteriores, al menos Alexis lo intentó en varias ocasiones (una de ellas no fue gol por muy poco) pero Villa volvió a mostrar una frustrante incapacidad que ya está empezando a levantar rumores entre la afición.

Por motivo ajenas al fútbol no vi los minutos que siguieron al único gol del partido (que vino tras un corner en el que se tuvo la sensación de que Valdés no hizo todo lo que pudo para evitar, salvo que pensara que el balón era nuestro), anteriormente Keita había sustituido a Thiago (no me pareció un buen cambio) y posteriormente entraron Pedro y Cuenca. Por lo que me han contado el Barça reaccionó buscando el gol con más brío y dispuso de varias oportunidades que incluyeron un balón al palo.

Al final primera derrota de la temporada. Por descontado la consecuencia más lógica es que la diferencia con el líder aumenta a seis puntos eliminándose así el factor psicológico de que una victoria en el Bernabeu (suponiendo que ambos equipos lleguen a ese partido con dicha diferencia) nos volvía a poner de líderes. Pero por encima de todo eso está el hecho innegable de que, hasta este momento, el balance del equipo en los encuentros fuera de casa se resumen en dos victorias, tres empates y una derrota. Algo sobre lo que hay que empezar a trabajar aunque la labor más dura para el cuerpo técnico será en el aspecto psicológico, no ya por la desatada euforia merengona sino porque ha empezado a renacer el viejo fantasma del pesimismo culé (algo que en el fondo ya sabríamos que sucedería en cuanto las cosas se torcieran un poco, lamentable por cierto la columna de Mascaró en el Sport de hoy). Es de desear que Pep y sus muchachos les cierren una vez más la boca a unos y otros.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Il grande ioco

A mí los partidazos me gustan cuando soy neutral (algo que en el fondo no sucede casi nunca, siempre se siente algo de simpatía o antipatía por alguno de los equipos en juego) o cuando al final ganamos nosotros. En lo que mí respecta sigo prefiriendo esos encuentros en los que al descanso vamos ganando cuatro a cero (como ayer el Valencia vamos).

En circunstancias normales afrontar un partido (por mucho que el rival sea tan rimbombante) en el que nos favorecen dos de los posibles resultados es una apuesta segura para la tranquilidad, pero el nerviosismo creciente ante el gran encuentro del día diez y algunas desagradables circunstancias previas (como la polémica con el ex azulgrana Ibrahimovic que al final quedó en nada salvo que uno esperara que el gigantón sueco le atizara un cabezazo a Pep en los prolegómenos) hacía que un no triunfo alimentara la falsa sensación de poca firmeza de nuestro equipo en los partidos fuera de casa.

Ayer por una serie de circunstancias explicables (la sanción de Alves) e inexplicables (la ausencia de Piqué, un hecho que ha levantado algunos rumores) el Barça alineó una defensa en la que tres de sus cuatro componentes estaban realizando funciones para las cuales no fueron contratados. Se habló de un esquema 3-4-3 que para mí no fue tal puesto que tanto Busquets como Mascherano ocuparon demarcaciones defensivas. Con un medio campo totalmente volcado en el ataque, la zona central quedo algo desprotegida con Xavi y Cesc adelantados y Keita (ocasionalmente ayudado por Thiago) haciendo de medio centro defensivo y coche escoba, aunque el jugador africano realizó un buen encuentro se notó menos presencia en parte ancha del campo. El resultado fue que cuando teníamos controlado el balón la acumulación de talento en la zona de de ataque (Xavi, Cesc, Messi y también ocasionalmente Thiago) provocaba siempre una elevada sensación de peligro, pero cuando lo perdíamos se invertía dicha sensación en nuestra área. El resultado fue un vibrante intercambio de golpes, eso que sucede cuando los boxeadores se olvidan de mantener la guardia y se dedican a aporrearse esperando un golpe definitivo. Lo dicho, el típico partido que entusiasma a los amantes del fútbol y enerva a los técnicos y aficionados devotos. Golpeó primero el Barça cuando una gran recuperación de Thiago terminó de forma carambolesca en la portería italiana.

El Milán no se deshizo y practicando un fútbol de toques largos y apoyos rápidos en el centro de campo comenzó a cargar el juego por la banda de Puyol, una circunstancia que provocó el rápido empate local. El intercambio prosiguió en los minutos subsiguientes con las mismas características: un juego en el centro de campo caracterizado por la brega física (un aspecto en el que casi siempre ellos fueron superiores) y sensación perenne de peligro en cuanto el balón alcanzaba las proximidades de ambas áreas. En este corre calles una nueva combinación afortunada propició el penalty y la posterior transformación de Messi. A pesar de la ventaja en el marcador algunas indecisiones de la improvisada defensa dejaron un regusto inquietante cuando se llegó al descanso.

Tras una reanudación sin relevos (no así en el caso del Milán que optó por sacar al veloz Pato sin duda intuyendo que se repetirían los espacios encontrados en la primera parte) el Barça pareció salir más aplicado bloqueando la salida del balón del Milán que se vio obligado (en este momento y prácticamente durante el resto del partido) a tirar de balones largos buscando la altura de Ibrahimovic o la velocidad de Pato, un par de recursos que inquietaron pero que no se manifestaron en goles si exceptuamos un mal despeje de cabeza que acabó en los pies de Boateng que se sacó un auto pase imposible que terminó en gol. A pesar de ello no se transmitió la misma sensación de inquietud que en los primeros cuarenta y cinco minutos, el Milán parecía haber desplegado todo lo mejor de su arsenal en dicha fase y en la segunda se limitó a ir tirando y aunque tuvo sus opciones repito que el intercambio de golpes se convirtió en un monólogo en el que el Barça se dedicó a buscar con paciencia y buen oficio el gol de la victoria, al final lo consiguió Xavi a pase de Messi aunque bien podría haber sido Messi a pase de Xavi. El de Terrassa lleva ya tantos goles en esta temporada como los que consiguió en la pasada y con la adición de Cesc y la proyección progresiva de Thiago parece más inclinado a jugar al ataque que a controlar el equipo desde el centro de campo, buena noticia.

Tan sólo un accidente, como el del partido de ida, podía haber complicado la victoria pero no hubo tal. Las incorporaciones de Alexis y Pedro (justificada la primera por la actuación de un Villa escasamente afortunado e injustificable la segunda) sólo sirvieron para estorbar con éxito la salida de la pelota milanesa y así el partido se fue deslizando cansinamente hasta el final.

En conclusión todos los objetivos de esta primera fase cumplidos, clasificados como primeros de grupo lo que nos permitirá poner el carro del pescado en el último encuentro de esta fase (que por añadidura se juega cuatro días antes de EL PARTIDO). Queda una vez más la desazón que se produce en esta defensa cuando falta alguno de sus titulares ¿se decidirá el equipo técnico a contratar por fin algún defensa o al menos a promocionar de forma adecuado a alguno de la cantera?

Hasta el domingo.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Jornada XIII

Sólo pude ver la primera mitad del partido pero pareció el típico encuentro de dominio absoluto del Barça que además recuperó por fin al dúo PP de la defensa que estuvo imperial y además cada uno marcó un gol. Por otro lado el delantero Alexis volvió a salir como titular aunque su balance (al menos en los 45 minutos que vi) fue más voluntarioso que efectivo, el chileno recibió bastantes balones pero casi siempre acabó estrellándose contra la defensa maña o chutando de forma negligente, esperemos que sea únicamente parte de su proceso de puesta a punto. Aparte de eso Messi jugó todo el partido y marcó un gol poniendo fin (una vez más) a los rumores de que tendría que salir a jugar en silla de ruedas. Además marcó también Villa poniendo igualmente fin a uno de esos molestos contadores que los periodistas ponen en marcha a veces.

En fin una jornada tranquila. Se esperaba que el Real Madrid al menos empatara su partido en Mestalla pero aunque estuvo cerca eso no sucedió, respecto al supuesto penalty en el descuento..honestamente creo que no fue. Esperemos que los colchoneros hagan el trabajo la próxima vez.


lunes, 7 de noviembre de 2011

Jornada XII



Ayer se vio lo que hacía tiempo que no veíamos y lo que se supone que tiene que ser siempre un partido de fútbol: un encuentro entre dos equipos que salen a ganar un partido (y entre un equipo que sale a ganar y otro que sale a no perder).

El Atletic de Bilbao, sin renunciar del todo a los trucos a los que obligatoriamente debe recurrir un equipo modesto, es un conjunto que a priori sale siempre a no contemporizar, salvo que el marcador y el cronometro obligue a ello, y que al menos trata de conseguir la victoria obligado por su pasado de equipo histórico y por su animosa aunque exigente afición. Si a esto añadimos que nos encontramos con un equipo que tiene una trayectoria bastante buena en esta temporada, que cuenta con varios jugadores de nivel internacional y que además está entrenado por Marcelo Bielsa, todo el mundo esperaba ver un gran partido.

Y durante la primera parte lo fue. Como aficionado al Barça por supuesto prefiero los encuentros en los que nuestro equipo domina completamente el juego y va ganando tres a cero cuando se llega al descanso. Pero como aficionado al fútbol en general desde luego no puedo evitar sentirme complacido por el espectáculo de dos equipos jugando de poder a poder y con todos y cada uno de sus jugadores empeñados al máximo en su oficio.

El equipo con el que saltamos al campo es posiblemente uno de los más heterodoxos que se han visto esta temporada, lo que ya es decir mucho. El esquema osciló entre el 4-3-3 y el 4-4-2 pero lo más importante es que con la excepción de Messi (que de todos modos jugó bastante más retrasado de lo que suele ser habitual) no existían jugadores de ataque puros, Adriano hacía de extremo y tanto Cesc como Iniesta se sumaban al ataque pero sin dar nunca la sensación de ser otra cosa que centrocampistas ofensivos, la conclusión es que el equipo jugó gran parte de esta primera mitad sin delanteros. Desconozco por qué Pep renunció a alinear tanto a Villa como a Cuenca, quizás estimaba que no iba a ser un partido donde su equipo pudiera dominar tanto como acostumbra y que el encuentro se caracterizaría más bien por un combate cuerpo a cuerpo en todas las demarcaciones del césped, y desde luego no le faltó razón. Pero qué duda cabe de que el equipo se resintió de esta variación en la delantera y no se produjeron tantas ocasiones de gol como suele ser normal.
Como se ha dicho toda la primera parte se caracterizó por un duelo de poder a poder en el que cada pérdida de balón suponía el inicio de algún acercamiento peligroso a nuestra área, en uno de ellos Mascherano tuvo la mala suerte de resbalar ante el peligroso Muniaín quien libre de obstáculos pudo centrar con tranquilidad a Ander Herrera que colocó el balón lejos de la portería de Valdés. Tras este primer golpe de infortunio tuvimos la suerte de empatar a los dos minutos (antes de que el peso del marcador en contra se empezara a notar) en una jugada más de intuición que de buen juego, está claro que Abidal lanzó ese pase sin saber muy bien a dónde iría, y lo cierto es que fue al mejor sitio posible, la cabeza de Cesc que llegando desde atrás cabeceó con brillantez para poner el empate que dejaba las cosas como al principio. El final de esta brillante primera parte venía lleno de incertidumbre sobre lo que ocurriría en la reanudación.

Y lo que ocurrió es que la lluvia puso fin al fútbol y sustituyó la táctica por la épica, a partir de ese momento lo importante era quién resistiría más físicamente y quién sería capaz de aprovechar el impredecible comportamiento del balón en un terreno encharcado. En estas circunstancias se vio que el Barça iba a tener incluso más dificultades que en la primera parte para golpear la portería local así que Pep decidió sustituir a Xavi y poner a Alexis con el objeto de aumentar la agresividad en ataque, el extremo chileno obró con tanta o más profundidad que Adriano y logró colocar algunos pases de mérito que no pudieron ser aprovechados. El encuentro se volvía cada vez más errático a medida que el cansancio hacía mella en los jugadores y cuando ya era hora de empezar a resignarse a otro empate las cosas se pusieron peor. Tras un saque de esquina una serie de rechaces fortuitos terminaron con Piqué introduciendo el balón en su propia portería, otro caso de mala suerte.

A partir de ahí el mayor mérito del Barça fue no venirse abajo tras este mazazo que parecía definitivo y lanzarse a buscar el empate con la ayuda del recién incorporado Villa. Todo este esfuerzo tuvo su recompensa cuando en el tiempo de descuento y tras otra jugada confusa el balón llegó a Messi que puso el empate definitivo.

El resultado final tiene más efectos benéficos en el aspecto psicológico que en el estratégico, primero porque se mantuvo la condición de único equipo invicto de la competición, segundo porque el empate tuvo lugar cuando ya se mascaba la primera derrota con lo que el sabor de boca final es más dulce que agrio y tercero porque fue un resultado acorde con el desarrollo del partido. De todos los empates de lo que llevamos de liga todos han sido justos y justificados si exceptuamos el de Anoeta que es uno que nunca debió producirse.

Lo malo de todo esto es que el Madrid sigue en racha y que ahora mismo tiene una ventaja de tres puntos, una ventaja que conviene que no aumente con vistas al clásico cada vez más cercano. Aparte de esto el partido me dejó algunas sensaciones algo preocupantes, en primer lugar la alineación inicial con la inexplicable marginación de Villa, en segundo lugar la constatación de que la fidelidad a un esquema de juego no tiene por qué traducirse en un doctrina inviolable, como muestra de ello dos jugadas: Mascherano intercepta un balón que está a punto de escapársele por la banda, intentando evitar esa certeza decide mandarlo hacia atrás trocando un inofensivo fuera de banda en contra en un corner que se tradujo en el segundo gol bilbaíno. Más adelante y en la última jugada del partido el Atletic es castigado con una falta, estamos al filo de terminar el descuento y el equipo en lugar de buscar un centro a la olla se empeña en salir con el balón jugado frustrando así la última posibilidad. Moraleja: imponer nuestro estilo de juego es una cosa, pero mantenerlo a toda costa cuando las circunstancias del partido exigen alternativas es de una rigidez que conviene corregir.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

200+200+824





El partido de ayer tuvo varias cifras simbólicas pero también un aspecto estratégico interesante. Las obligadas rotaciones dejaron fuera del equipo, entre otros, a la columna vertebral de nuestro medio campo, esto es Xavi e Iniesta. Por el contrario por –creo- segunda vez en lo que llevamos de temporada se pudo alinear a la defensa titular del equipo. Tanto Pique como Puyol aguantaron todo el partido y cumplieron con solvencia si exceptuamos las lógicas vacilaciones después de tanto tiempo en el dique seco.

El centro de campo estuvo formado por Busquets, Cesc y Thiago con Adriano ocupando una posición ambigua entre el extremo y el interior y con Messi y Cuenca más en punta. La ausencia de Xavi en la alineación inicial obligó a Busquets a ejercer parte de sus funciones, auxiliado por la posición ligeramente más adelantada de Piqué y por Thiago que asumió un papel difícilmente definible y que se puede resumir en que se movió en todas aquellas demarcaciones en las que su presencia se hizo necesaria. A su vez la falta de Iniesta fue suplida por Cesc que aunque no estuvo afortunado en varias fases del juego sí que contribuyó a dinamizar el ataque combinando sobre todo con Messi y firmando un gran gol de esos que se denomina “de segunda línea”. Especialmente interesante fue la aportación de Cuenca que se va consolidando como un jugador que puede sustituir con eficacia las bajas en el ataque blaugrana, especialmente afortunado estuvo en la posición de delantero de banda, un puesto en el que siempre se ha echado en falta un jugador que desborde a su marcador y sea capaz de centrar con acierto, de hecho se trajo a Alexis Sánchez para eso.

El equipo cervecero trató de oponerse al monólogo barcelonista saliendo al ataque de estampida, aunque sólo logró inquietar nuestra portería merced a una indecisión en defensa que nos hizo extrañar la contundencia de Mascherano.

Por lo demás todo fue según lo acostumbrado, el Barça puso cerca enseguida a la portería local y los goles fueron entrando según el modo habitual. En resumen un encuentro plagado de buenas noticias: el gol número 200 de Messi (ahora lleva 202), el partido número 200 de Guardiola, el record de imbatibilidad de Valdés, la progresión de Cuenca y por último la reincorporación al equipo de Alexis Sánchez al que además se le vio con ganas de recuperar el tiempo perdido.