jueves, 24 de noviembre de 2011

Il grande ioco

A mí los partidazos me gustan cuando soy neutral (algo que en el fondo no sucede casi nunca, siempre se siente algo de simpatía o antipatía por alguno de los equipos en juego) o cuando al final ganamos nosotros. En lo que mí respecta sigo prefiriendo esos encuentros en los que al descanso vamos ganando cuatro a cero (como ayer el Valencia vamos).

En circunstancias normales afrontar un partido (por mucho que el rival sea tan rimbombante) en el que nos favorecen dos de los posibles resultados es una apuesta segura para la tranquilidad, pero el nerviosismo creciente ante el gran encuentro del día diez y algunas desagradables circunstancias previas (como la polémica con el ex azulgrana Ibrahimovic que al final quedó en nada salvo que uno esperara que el gigantón sueco le atizara un cabezazo a Pep en los prolegómenos) hacía que un no triunfo alimentara la falsa sensación de poca firmeza de nuestro equipo en los partidos fuera de casa.

Ayer por una serie de circunstancias explicables (la sanción de Alves) e inexplicables (la ausencia de Piqué, un hecho que ha levantado algunos rumores) el Barça alineó una defensa en la que tres de sus cuatro componentes estaban realizando funciones para las cuales no fueron contratados. Se habló de un esquema 3-4-3 que para mí no fue tal puesto que tanto Busquets como Mascherano ocuparon demarcaciones defensivas. Con un medio campo totalmente volcado en el ataque, la zona central quedo algo desprotegida con Xavi y Cesc adelantados y Keita (ocasionalmente ayudado por Thiago) haciendo de medio centro defensivo y coche escoba, aunque el jugador africano realizó un buen encuentro se notó menos presencia en parte ancha del campo. El resultado fue que cuando teníamos controlado el balón la acumulación de talento en la zona de de ataque (Xavi, Cesc, Messi y también ocasionalmente Thiago) provocaba siempre una elevada sensación de peligro, pero cuando lo perdíamos se invertía dicha sensación en nuestra área. El resultado fue un vibrante intercambio de golpes, eso que sucede cuando los boxeadores se olvidan de mantener la guardia y se dedican a aporrearse esperando un golpe definitivo. Lo dicho, el típico partido que entusiasma a los amantes del fútbol y enerva a los técnicos y aficionados devotos. Golpeó primero el Barça cuando una gran recuperación de Thiago terminó de forma carambolesca en la portería italiana.

El Milán no se deshizo y practicando un fútbol de toques largos y apoyos rápidos en el centro de campo comenzó a cargar el juego por la banda de Puyol, una circunstancia que provocó el rápido empate local. El intercambio prosiguió en los minutos subsiguientes con las mismas características: un juego en el centro de campo caracterizado por la brega física (un aspecto en el que casi siempre ellos fueron superiores) y sensación perenne de peligro en cuanto el balón alcanzaba las proximidades de ambas áreas. En este corre calles una nueva combinación afortunada propició el penalty y la posterior transformación de Messi. A pesar de la ventaja en el marcador algunas indecisiones de la improvisada defensa dejaron un regusto inquietante cuando se llegó al descanso.

Tras una reanudación sin relevos (no así en el caso del Milán que optó por sacar al veloz Pato sin duda intuyendo que se repetirían los espacios encontrados en la primera parte) el Barça pareció salir más aplicado bloqueando la salida del balón del Milán que se vio obligado (en este momento y prácticamente durante el resto del partido) a tirar de balones largos buscando la altura de Ibrahimovic o la velocidad de Pato, un par de recursos que inquietaron pero que no se manifestaron en goles si exceptuamos un mal despeje de cabeza que acabó en los pies de Boateng que se sacó un auto pase imposible que terminó en gol. A pesar de ello no se transmitió la misma sensación de inquietud que en los primeros cuarenta y cinco minutos, el Milán parecía haber desplegado todo lo mejor de su arsenal en dicha fase y en la segunda se limitó a ir tirando y aunque tuvo sus opciones repito que el intercambio de golpes se convirtió en un monólogo en el que el Barça se dedicó a buscar con paciencia y buen oficio el gol de la victoria, al final lo consiguió Xavi a pase de Messi aunque bien podría haber sido Messi a pase de Xavi. El de Terrassa lleva ya tantos goles en esta temporada como los que consiguió en la pasada y con la adición de Cesc y la proyección progresiva de Thiago parece más inclinado a jugar al ataque que a controlar el equipo desde el centro de campo, buena noticia.

Tan sólo un accidente, como el del partido de ida, podía haber complicado la victoria pero no hubo tal. Las incorporaciones de Alexis y Pedro (justificada la primera por la actuación de un Villa escasamente afortunado e injustificable la segunda) sólo sirvieron para estorbar con éxito la salida de la pelota milanesa y así el partido se fue deslizando cansinamente hasta el final.

En conclusión todos los objetivos de esta primera fase cumplidos, clasificados como primeros de grupo lo que nos permitirá poner el carro del pescado en el último encuentro de esta fase (que por añadidura se juega cuatro días antes de EL PARTIDO). Queda una vez más la desazón que se produce en esta defensa cuando falta alguno de sus titulares ¿se decidirá el equipo técnico a contratar por fin algún defensa o al menos a promocionar de forma adecuado a alguno de la cantera?

Hasta el domingo.

2 comentarios:

Blogger El Impenitente ha dicho...

He leído tu entrada y no me ha quedado claro qué posición ocupó, dentro del 3-4-3, el alemán Stark. Según la canallesca jugó muy bien y fue de los mejores de los vuestros.

24 de noviembre de 2011, 13:08  
Blogger SisterBoy ha dicho...

Fue un penalty tan claro como el de Mestalla.

24 de noviembre de 2011, 14:11  

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