lunes, 7 de noviembre de 2011

Jornada XII



Ayer se vio lo que hacía tiempo que no veíamos y lo que se supone que tiene que ser siempre un partido de fútbol: un encuentro entre dos equipos que salen a ganar un partido (y entre un equipo que sale a ganar y otro que sale a no perder).

El Atletic de Bilbao, sin renunciar del todo a los trucos a los que obligatoriamente debe recurrir un equipo modesto, es un conjunto que a priori sale siempre a no contemporizar, salvo que el marcador y el cronometro obligue a ello, y que al menos trata de conseguir la victoria obligado por su pasado de equipo histórico y por su animosa aunque exigente afición. Si a esto añadimos que nos encontramos con un equipo que tiene una trayectoria bastante buena en esta temporada, que cuenta con varios jugadores de nivel internacional y que además está entrenado por Marcelo Bielsa, todo el mundo esperaba ver un gran partido.

Y durante la primera parte lo fue. Como aficionado al Barça por supuesto prefiero los encuentros en los que nuestro equipo domina completamente el juego y va ganando tres a cero cuando se llega al descanso. Pero como aficionado al fútbol en general desde luego no puedo evitar sentirme complacido por el espectáculo de dos equipos jugando de poder a poder y con todos y cada uno de sus jugadores empeñados al máximo en su oficio.

El equipo con el que saltamos al campo es posiblemente uno de los más heterodoxos que se han visto esta temporada, lo que ya es decir mucho. El esquema osciló entre el 4-3-3 y el 4-4-2 pero lo más importante es que con la excepción de Messi (que de todos modos jugó bastante más retrasado de lo que suele ser habitual) no existían jugadores de ataque puros, Adriano hacía de extremo y tanto Cesc como Iniesta se sumaban al ataque pero sin dar nunca la sensación de ser otra cosa que centrocampistas ofensivos, la conclusión es que el equipo jugó gran parte de esta primera mitad sin delanteros. Desconozco por qué Pep renunció a alinear tanto a Villa como a Cuenca, quizás estimaba que no iba a ser un partido donde su equipo pudiera dominar tanto como acostumbra y que el encuentro se caracterizaría más bien por un combate cuerpo a cuerpo en todas las demarcaciones del césped, y desde luego no le faltó razón. Pero qué duda cabe de que el equipo se resintió de esta variación en la delantera y no se produjeron tantas ocasiones de gol como suele ser normal.
Como se ha dicho toda la primera parte se caracterizó por un duelo de poder a poder en el que cada pérdida de balón suponía el inicio de algún acercamiento peligroso a nuestra área, en uno de ellos Mascherano tuvo la mala suerte de resbalar ante el peligroso Muniaín quien libre de obstáculos pudo centrar con tranquilidad a Ander Herrera que colocó el balón lejos de la portería de Valdés. Tras este primer golpe de infortunio tuvimos la suerte de empatar a los dos minutos (antes de que el peso del marcador en contra se empezara a notar) en una jugada más de intuición que de buen juego, está claro que Abidal lanzó ese pase sin saber muy bien a dónde iría, y lo cierto es que fue al mejor sitio posible, la cabeza de Cesc que llegando desde atrás cabeceó con brillantez para poner el empate que dejaba las cosas como al principio. El final de esta brillante primera parte venía lleno de incertidumbre sobre lo que ocurriría en la reanudación.

Y lo que ocurrió es que la lluvia puso fin al fútbol y sustituyó la táctica por la épica, a partir de ese momento lo importante era quién resistiría más físicamente y quién sería capaz de aprovechar el impredecible comportamiento del balón en un terreno encharcado. En estas circunstancias se vio que el Barça iba a tener incluso más dificultades que en la primera parte para golpear la portería local así que Pep decidió sustituir a Xavi y poner a Alexis con el objeto de aumentar la agresividad en ataque, el extremo chileno obró con tanta o más profundidad que Adriano y logró colocar algunos pases de mérito que no pudieron ser aprovechados. El encuentro se volvía cada vez más errático a medida que el cansancio hacía mella en los jugadores y cuando ya era hora de empezar a resignarse a otro empate las cosas se pusieron peor. Tras un saque de esquina una serie de rechaces fortuitos terminaron con Piqué introduciendo el balón en su propia portería, otro caso de mala suerte.

A partir de ahí el mayor mérito del Barça fue no venirse abajo tras este mazazo que parecía definitivo y lanzarse a buscar el empate con la ayuda del recién incorporado Villa. Todo este esfuerzo tuvo su recompensa cuando en el tiempo de descuento y tras otra jugada confusa el balón llegó a Messi que puso el empate definitivo.

El resultado final tiene más efectos benéficos en el aspecto psicológico que en el estratégico, primero porque se mantuvo la condición de único equipo invicto de la competición, segundo porque el empate tuvo lugar cuando ya se mascaba la primera derrota con lo que el sabor de boca final es más dulce que agrio y tercero porque fue un resultado acorde con el desarrollo del partido. De todos los empates de lo que llevamos de liga todos han sido justos y justificados si exceptuamos el de Anoeta que es uno que nunca debió producirse.

Lo malo de todo esto es que el Madrid sigue en racha y que ahora mismo tiene una ventaja de tres puntos, una ventaja que conviene que no aumente con vistas al clásico cada vez más cercano. Aparte de esto el partido me dejó algunas sensaciones algo preocupantes, en primer lugar la alineación inicial con la inexplicable marginación de Villa, en segundo lugar la constatación de que la fidelidad a un esquema de juego no tiene por qué traducirse en un doctrina inviolable, como muestra de ello dos jugadas: Mascherano intercepta un balón que está a punto de escapársele por la banda, intentando evitar esa certeza decide mandarlo hacia atrás trocando un inofensivo fuera de banda en contra en un corner que se tradujo en el segundo gol bilbaíno. Más adelante y en la última jugada del partido el Atletic es castigado con una falta, estamos al filo de terminar el descuento y el equipo en lugar de buscar un centro a la olla se empeña en salir con el balón jugado frustrando así la última posibilidad. Moraleja: imponer nuestro estilo de juego es una cosa, pero mantenerlo a toda costa cuando las circunstancias del partido exigen alternativas es de una rigidez que conviene corregir.

6 comentarios:

Blogger Deckard ha dicho...

Ahora llega la hora de la verdad para el Madrid, si salimos líderes después de las próximas cinco jornadas será un paso de gigante para la liga (Valencia, Atleti, Sporting, Barça, Sevilla).

P.D: el fin de ciclo ya es un secreto a voces.

7 de noviembre de 2011, 5:44  
Blogger SisterBoy ha dicho...

Ustedes procuren llegar como mínimo con esta diferencia al clásico si es que quieren optar a algo.

7 de noviembre de 2011, 6:13  
Blogger El Impenitente ha dicho...

A Villa no lo sacó porque un asturiano nunca se adapta bien a un campo embarrado.

Se acabaron los tiempos en que un empate fuera no es un buen resultado, ¿o era al revés?

Yo veo a Guardiola desnortado. Y la defensa está pidiendo a gritos fichajes de relumbrón como Miranda y Perea.

Y el Atleti sigue llenando páginas y páginas en el libro de los ridículos espantosos. Somos el vestuario del mundo que más se reúne para hablar y reflexionar sobre las posibles soluciones. Goles no metemos ni uno, pero tratados psicológicos podríamos publicar por docenas.

¿Ya vienen los vikingos a Mestalla? ¿Ya pronto nos toca ir al Cuernabéu? Cada vez me gustan más estos parones de la Selección. Todo está en orden. Hay paz y armonía. No juega el Atleti.

8 de noviembre de 2011, 1:24  
Blogger Deckard ha dicho...

Van para allá. Supongo que empezarán las fallas y la gente ya está cabreada con Emery, el árbitro, Ronaldo, Mou...

8 de noviembre de 2011, 3:33  
Blogger SisterBoy ha dicho...

Impe, sólo pido un empate, UN EMPATE NADA MÁS, saquenle un punto al Madrid por amor de Dos.

8 de noviembre de 2011, 8:37  
Blogger El Impenitente ha dicho...

Si vosotros nos metisteis cinco, no quiero ni pensar en el partido del Bernabéu. Aunque, puestos a empatar con el Madrid lo veo más factible en el Bernabéu que en el Calderón, donde palmamos sí o sí.

8 de noviembre de 2011, 13:11  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio