sábado, 30 de octubre de 2010

Jornada IX



Mañana hablamos que me voy de picos pardos.

Ya he vuelto (tampoco fue para tanto). Muy breve porque algunas cosas no necesitan mayor comentario. Ayer se vio lo que todos los aficionados esperábamos ver, al equipo de gala jugando en las posiciones que le son propicias sin que lesiones, sanciones ni selecciones perturabaran al equipo A. Un equipo que además salió muy motivado como siempre que tiene que jugar contra un grande.

El resultado fue que volvimos a ver a la máquina que nos lleva maravillando casi una década, un conjunto que salió a comerse a un rival que no tuvo nada que hacer, que se vió presionado en todas sus líneas y que no dejó de perder balones durante todo el partido (como bien apuntarno los comentaristas el gol de Alves vino propiciado por una temeraria cesión producto del agobio de los defensas sevillistas). Además de todo eso el Barça funcionó perfectamente en todas sus demarcaciones y todos los jugadores se comportaron al máximo nivel (con la excepción posiblemente de Iniesta que ayer estuvo extrañamente torpe).

Si a esto añadimos que el equipo marcó a las primeras de cambio, evitando cualquier clase de ansiedad que nos había agarrotado en partidos anteriores, y que Villa rompió con un falso maleficio (en el que sólo podían creer ignorantes o malintencionados) el resultado es que hemos visto el que hasta ahora es el mejor partido de nuestro equipo en lo que va de temporada y preludio -espero- de nuevas maravillas. Que así sea.

sábado, 23 de octubre de 2010

Jornada VIII


Comprendo el pensamiento porque a mí también me pasa. Me refiero a que la parroquia culé (repito que yo incluido) se comporta en ocasiones como marcianos que hubiesen venido a la tierra en la temporada 2008-2009. Y el fútbol no es eso, el fútbol es mucho de lo que se ha visto hoy en la Romareda. Lo otro fue una excepción que duró más de lo que la lógica balompédica acostumbra. Y de lo que se trata es de meter tres puntos al zurrón y marcharse a casa a comer yogur.

Entre las múltiples variantes que Pep suele adoptar para suplir la ausencia de Xavi hoy optó por invertir las posiciones de Messi e Iniesta, al argentino lo colocó en la posición de media punta y al albaceteño como extremo. El experimento funcionó de forma variable durante la primera parte porque si bien Messi dominó bastante la demarcación que hoy le tocó en suerte, en cambio Iniesta no consiguió mucho rendimiento por su izquierda y es que en el fútbol de hoy resulta muy difícil jugar por banda con profundidad cuando no se está contragolpeando, por eso las penetraciones desde la posición de extremo que tanto reclaman algunos casi nunca son posibles. De todos modos y aunque el juego no maravillaba estaba claro que con un rival tan débil como el Zaragoza (no recuerdo ni una sola jugada de peligro de los maños en todo el encuentro) la ausencia de centro de campo clásico no resulta un hándicap tan elevado como en otro tipo de partidos. Dicha ausencia fue suplida además de por Messi por un dúo formado por Busquets y Keita, dos jugadores que por cierto hoy no tuvieron su mejor día, a ellos se añadió Piqué que en ocasiones hizo recordar la ya poco habitual figura del líbero por las muchas veces que subió el balón hacia posiciones de ataque llegando incluso a la zona de los interiores.

Aunque no se estaban viendo grandes cosas al menos el equipo no transmitió las desagradables sensaciones del pasado encuentro de Champions ni de los últimos partidos de ligar jugados en casa y no se puede hablar en esta ocasión de pájaras ni en la primera ni en la segunda parte. El gol vino después de una gran jugada de Villa que arrastró a toda la defensa local dejando sólo a Messi que batió con frialdad al guardameta zaragocista,

Se llegó al descanso sin más hechos dignos de mención y nada más comenzar la segunda parte las escasas opciones del Zaragoza de intentar al menos un empate se vinieron abajo cuando Ponzio se auto expulsó tras una agresión a Alves, vale que el brasileño exageró el piñazo pero lo mismo hizo Gurpegui hace algunas jornadas, entonces nos tocó a nosotros jodernos, hoy les tocó a ellos.

Con el partido casi en el bolsillo Guardiola corrigió posiciones cambiando a Pedro por Iniesta, una variante afortunada porque al poco rato un pase del canario provocó una serie de rebotes que llegaron hasta Messi que volvió a no perdonar. Lo que quedó del encuentro fue ya un mero trámite que se aprovechó para hacer jugar a Thiago (el canterano regaló al menos dos grandes pases) y Bojan, y sobre todo para tratar de que Villa supere ese pequeño bache de goles que padece el fichaje estrella del Barça. No pudo ser hoy tampoco pero yo personalmente no estoy preocupado, sigo pensando que la locura en la que el fútbol se ha convertido estos últimos años no justifica que se hable de crisis porque un delantero lleva tres o cuatro partidos sin marcar y además el asturiano es un tipo duro que no se vendrá abajo con facilidad, los goles llegaran.

En definitiva trámite resuelto con solvencia y ahora a garantizar el pase a la siguiente fase de Champions en el encuentro de entresemana.

miércoles, 20 de octubre de 2010

El profesor Pep de Copenhague.


Creo que fue en la edición de hoy cuando el Sport hacía una encuesta sobre qué equipo saldría hoy a jugar en el Camp Nou, si el de la primera o el de la segunda parte contra el Valencia. Y es curioso porque al final han salido los dos…pero en orden inverso al partido del pasado sábado.

Guardiola decidió seguir dosificando a Xavi y como alternativa sacó un centro de campo insólito con Busquets, Mascherano y Maxwell más Iniesta que, una vez más tratóo de hacer su propio trabajo y el de su compañero en el banquillo. La idea podía parecer un poco peregrina pero al menos en la primera parte dio un resultado excelente con Busquets y Mascherano tapando cualquier intento de salida al contragolpe del equipo danés, e Iniesta multiplicándose (si la intención del entrenador era que Busquets actuara de interior para ayudar al de Fuentealbilla no se puede decir que tuviera demasiado éxito) para tratar de llevar el control del partido y seguir dirigiendo al equipo en ataque. Quizás la inclusión de Maxwell como medio volante izquierdo tenga más difícil defensa, el jugador brasileño trató de combinar con sus compañeros, penetrar por banda y tirar a puerta, e hizo las tres cosas pero….en ese mismo puesto ya teníamos a Pedro que suele desempeñar esas funciones bastante mejor. Dio la dolorosa impresión de que Pep no sacó al canario porque no tendría ningún revulsivo a mano si la cosa se ponía fea.

Pero no fue tal, y al menos en el primer tiempo el equipo jugó bastante bien y las alternativas en ataque y ocasiones de gol fueron múltiples, el palo y la mala fortuna (joder Villa) volvieron a alienarse contra los azulgranas. En este contexto, que el partido llegara al descanso con un solo gol de ventaja a nuestro favor parecía algo increíble. I

Increíble y también muy peligroso, de hecho para los daneses ese corto marcador fue lo mejor que le pudo pasar.

Nada más empezar el segundo tiempo se vio que la cosa no pintaba bien. Los visitantes revivificados por la falta de puntería de sus contrincantes salieron a buscar la hazaña. Para ello, y sin descuidar el aspecto defensivo que en estos segundos 45 minutos fue casi impecable, adelantaron las líneas de presión tratando de asfixiar al centro de campo local tal y como hiciera el Valencia en la primer parte del último partido de liga. En este momento fue cuando se empezó a echar de menos a Xavi, Iniesta posiblemente cansado y bastante más tapado que en el primer tiempo, las pasó canutas para tratar de dominar el balón y ahí se vio que ni Masche ni Busi son jugadores muy fiables a la hora de retener la pelota. En la delantera a Villa y Messi (que hoy a pesar de marcar en dos ocasiones estuvo algo sombrío, una dualidad que sólo puede sostener el mejor jugador del mundo) no les salía nada empeñados en combinar o penetrar por el centro y las acciones por banda acababan en pases rechazados por la defensa ya fueran por alto o por bajo (y es que si Alves encima fuera un jugador técnico y pasara bien la pelota el mundo nunca habría oído hablar de Messi).

Para colmo los estiramientos del Copenhague empezaban a crear peligro y en determinada jugada lograron el empate porque Santin se empeñó en jugar uno de los peores partidos que se le han visto a un delantero profesional. Pep movió el banquillo quizás un poco tarde y dio entrada a Xavi y Pedro, el primero aportó algo de estabilidad al equipo, el segundo apenas tuvo influencia. Al final y después de tantas jugadas excesivamente elaboradas vino de rebote el segundo gol de Messi al que yo sólo llamaría “de la tranquilidad” si hubiera llegado sesenta minutos antes.

Lo mejor el resultado, líderes de grupo y tal. Lo peor una cierta sensación de malestar con un equipo que sufre excesivamente contra rivales, en teoría, de poco calado y que da muestras de cansancio y de agotamiento de sistema. Veremos qué se hace para solucionarlo.

sábado, 16 de octubre de 2010

Jornada VII


El Barça llegaba tras otro parón liguero con las dudas de Xavi y Pedro. Al final Pep se fió del instinto del, para mí, autentico capitán del equipo y permitió que jugara. La ausencia de Pedro en cambio obligó de nuevo a adoptar un falso 4-4-3 con un falso tercer delantero (Iniesta).

Aparte de las lesiones y la elipsis seleccionadora el equipo llegaba al encuentro en medio de una tremenda conmoción causada por los horrores de la asamblea que había tenido lugar unas horas antes, un asunto del que no nos vamos a ocupar aquí (demasiado complejo aunque sigo teniendo la desagradable sensación de que parece más importante meter a Laporta en la cárcel que seguir ganando títulos) porque además es imposible medir el efecto que dicha asamblea tuvo en el juego de la primera parte.

Un juego que es sin duda el peor que habíamos visto del Barça en mucho tiempo, el equipo salió a jugar con plomo en las piernas, pesado, confuso, impreciso, fue verdaderamente doloroso contemplar esa forma de mover la pelota en los primeros 45 minutos. A eso habría que añadir que el Valencia planteó un partido que parecía muy estudiado. En su condición de grande, (dejando aparte a los dos clásicos de siempre) y además líder de la competición, estaba claro que el equipo ché no iba a meter la guagua en los tres cuartos de su campo sino que más bien iba a ejercer una presión asfixiante en todas las líneas del Barça, pero contando además con jugadores de calidad capaces de llevar a buen fin un contraataque.

Como consecuencia de dicha presión del equipo visitante el Barça quedó más seco que un hueso, incapaz de enlazar más de tres pases con Xavi oscurecido (debido sin duda al tiempo en el dique seco), Messi desaparecido (creo que no tocó una pelota hasta el minuto diecimuchos) e Iniesta fallón. Tampoco Villa o Alves eran capaces de encontrar ninguna solución de ataque y curiosamente sólo el tan discutido Keita pareció conservar la cabeza en esta horrible fase del partido. En estas circunstancias que el Valencia encontrara un hueco en la deshilachada arboladura local era cuestión de tiempo, así ya bordeando el descanso una jugada de contragolpe de las que enseñan en las escuelas de fútbol trajo el cero uno. Y gracias porque escasos minutos después Valdés salvó un segundo gol valencianista que podía haber sido decisivo.

El descanso trajo los presagios más funestos (que afortunadamente no vinieron acompañados de ninguna queja del público y es que el crédito de los dos años de gloria que hemos vivido todavía tardará mucho en agotarse). Lo peor de todo es que la evidente cortedad del banquillo dejaba como revulsivos a un Pedro recién salido de una lesión y a un Bojan al que sólo sigue salvando el hecho de que el público le tiene cariño.

Pero ya sabemos que el fútbol se divide básicamente en jugadores buenos y malos, y por mucho que los jugadores buenos tengan una mala noche….siguen siendo buenos. Y para demostrarlo eligieron el mejor momento, nada más reanudarse el encuentro y antes de que el transcurso de los minutos añadieran lastre a la ya de por sí espesa forma de jugar del equipo, una genial combinación entre Iniesta y Xavi trajo el empate a manos del primero. Ese gol, unido al desgaste del equipo visitante, fue suficiente para galvanizar al equipo, Iniesta tomó el mando del partido (Xavi siguió dosificándose con muy buen criterio) y Alves y Villa empezaron a entrar por banda con mucha más facilidad que en la primera parte y al contrario que entonces la sensación de peligro alrededor del área de César fue constante.


Tras algunas oportunidades muy claras (Villa no volvió a tener su noche fallando goles imposibles pero yo sigo sin preocuparme) llegó el segundo tanto de un imponente cabezazo de Puyol, de esos que levantan un estadio. A partir de ahí el partido prácticamente terminó, y que el marcador no fuera más abultado a nuestro favor fue cuestión de mala fortuna. Los cambios aportaron más bien poco (excepto el de Mascherano que añadió fuerza al centro de campo defensivo y además sigue siendo un jugador que le pone el punto canallesco del que quizás hemos adolecido en los últimos años) y todo fue un correr de los minutos hasta que llegó el final.

Victoria revivificadota por producirse ante el potente líder de la liga y por cortar una preocupante progresión de malos resultadosen casa, me quedo con la reacción del equipo tras el descanso pues está claro que en las circunstancias que tenemos este año no será ni mucho menos la única vez que tengamos que remontar.

domingo, 3 de octubre de 2010

Jornada VI





Con independencia de lo justificable que sean esas bajas, salir al campo sin Xavi, Busquets y Puyol es como sustituir la médula espina de un corredor de fondo por fanta limón.

Pero eso sería sólo parte del problema y mejor que sea así porque si fuera todo el problema nos encontraríamos con que no existe solución a corto plazo. El problema viene desde otra vertiente pero no en el sentido que le dan muchos comentaristas profesionales y aficionados. No sé en qué momento empezó a circular por el ambiente futbolístico uno de esos tópicos a los que este deporte es tan propenso, es el que dice que “el equipo que perdona acaba pagando las consecuencias”. En primer lugar no existe la palabra “perdón” en este juego, eso equivaldría a decir que un delantero ante la portería enemiga expresa un pensamiento tal como “no, no voy a meter el gol a estos que ya tienen bastante con uno”. Y en segundo lugar el fútbol, por fortuna, es lo bastante ilógico como para que un equipo pueda pasarse fallando goles durante las 3/4 partes del encuentro y luego meter tres seguidos.

Pero está claro que, tras seis encuentros de liga y dos de Champions, ya se puede analizar cierta tendencia en la forma en la que el equipo está jugando esta temporada. De esos ocho partidos se ha perdido uno, se han empatado tres y se han ganado cuatro. Quizás lo más preocupante es que de los tres encuentros disputados en casa sólo se ha ganado uno y por la mínima lo que equivale, en este ambiente mediático tan absurdo en el que vivimos, a “una crisis”.

Lo cierto es que el partido comenzó con la misma cantinela de siempre, el Barça llevando la iniciativa y combinando con acierto ante un rival que parecía defender con menos talento que nuestra bestia negra tártara.

El gol en el minuto 20 dio la sensación de ser el comienzo de una goleada, sobre todo ante la ausencia de reacción de los visitantes pero incluso en ese momento ya se podía vislumbrar cuál era el problema. Si se recuerda el único gol del Barça vino tras una rápida combinación casi al primer toque cogiendo a la defensa mallorquinista con el pie cambiado, una solución ofensiva que el equipo no volvió a adoptar ni antes ni después de ese momento. Durantes los restantes noventa y cuatro minutos y cuarenta y cinco segundos el ataque del Barça consistió en que Messi e Iniesta (que se combinaron para suplir la ausencia de Xavi con lo cual su aportación ofensiva fue menor de lo habitual y ese fue otro gran problema) distribuían balones hacia las bandas donde los extremos o los laterales tiraban pases que siempre se perdía en un bosque de piernas o cabezas. Otra alternativa era tratar de abrirse camino por el centro de la defensa visitante lo que era todavía peor.

Quizás lo más preocupante fue la sensación de que nadie se atrevía a tirar a puerta como si fuera imprescindible ceñirse a un esquema de juego en lugar de adaptarse a las circunstancias del partido que exigían mayor rapidez y toque que control y regate, una muestra de rigidez no muy tranquilizadora.

Lo peor vino sin duda en la reanudación cuando el Barça perdió su eficacia y la sustituyó por impotencia, prisas y descontrol. Hasta ese minuto la ausencia de Xavi apenas se había notado pero en esta decisiva fase del encuentro resultó más que evidente, el equipo careció por completo de dirección de juego porque no estaba el director, y sus sustitutos o bien no están a la altura de esa labor (Keita) o bien desaparecieron voluntaria o involuntariamente (Iniesta). El fallido fichaje de Cesc (jugador capaz de cubrir una amplia zona del campo y desempeñar diversas funciones diferentes incluyendo el meter goles) amenaza con pesar cada vez más en un equipo que no tiene recambios para una de sus figuras más importantes.

En esas circunstancias sólo quedaba atacar sin orden ni concierto y buscar una oportunidad, todo ello sin descuidarse mucho atrás (en ese aspecto Mascherano fue determinante) porque el Mallorca pudo incluso protagonizar la segunda derrota en casa de esta temporada. Podía haberse conseguido el gol de la victoria pero no se consiguió, tampoco marcó el Mallorca con lo que el resultado es que el empate parece un resultado justo si es que la justicia tiene algo que ver con el fútbol algo que yo dudo.

Puede que sea pronto para declarar que existe un problema pero si llegamos a esa conclusión (dentro de mucho espero) estoy convencido de que dicho problema estará causado por una plantilla corta que es incapaz de sostener al equipo cuando lesiones, sanciones y selecciones ponen fuera de combate a los jugadores titulares. Y eso, repito, tiene por el momento poco remedio.