El Real Madrid enfrentaba la segunda edición del clásico de
esta temporada en la mejor posición posible, una posición en la que le
favorecían claramente dos de los tres resultados posibles, de hecho incluso el
menos favorable de esos tres le dejaba todavía por encima del segundo
clasificado…..
….bueno esto era lo que pensaba yo en los días previos al
partido hasta que me di cuenta de que en esta ocasión había un elemento
diferente, llevábamos demasiados años acostumbrados a una lucha permanente
entre sólo dos equipos pero esta vez había un tercero en liza que hacía que
careciera de sentido el que al Real Madrid también le beneficiara un empate, me
pregunto si los jugadores del equipo blanco se hicieron la misma reflexión
antes de saltar al campo.
El Tata Martino llegó muy ufano al fútbol nacional y
permaneció con el mismo talante mientras los resultados le favorecieron, cuando
eso dejó de ocurrir -y por añadidura el de Rosario empezó por fin a caer en la
cuenta de dónde se había metido- su actitud parece haber cambiado y ahora oscila
entre el pánico y la perplejidad. Sólo así se entiende que el Barça saliera al
campo con una alineación, no acorde con el estado de forma de sus jugadores,
sino impuesta por la obligación de alinear a un delantero cuyo rendimiento en
los últimos encuentros ha resultado muy bajo así como la de protegerse
previamente de las críticas que podían caerle por intentar variar una
estructura de juego que parece igualmente obligatoria. En resumen una forma de
decir “aquí están los considerados mejores, a mí que me registren”. Por
desgracia la realidad volvió una vez más a desmentir esta filosofía: Neymar, el
fichaje estrella de este año, volvió a mostrarse dolorosamente inoperante (a
excepción del decisivo penalty que protagonizó se limitó a tirar al muñeco y a
perder balones casi desde el primer minuto) y la aportación de Cesc Fábregas se
limitó a dar un buen pase a Messi y a protagonizar la inevitable tangana de
todos los clásicos.
De todos modos el mérito del Barça en el partido de ayer
consistió en que, a pesar de las debilidades mencionadas que afectaban nada
menos que a dos de sus jugadores de ataque, consiguió salvar la presión inicial
madridista, apoderarse del centro de campo e imponer su juego con el triángulo
mágico formado por Xavi, Messi e Iniesta, de una combinación de estos dos
últimos vino el gol del manchego. A partir de ese momento el Barça tuvo al Real
Madrid contra las cuerdas y de haber cristalizado una clara ocasión de gol,
incomprensiblemente fallada por Messi, podía haber resuelto el partido justo en
ese momento. Pero la ya señalada hasta el hartazgo debilidad defensiva
encarnadas por Mascherano y Piqué (inevitablemente lentos y poco expeditivos
tanto en el despeje aéreo como en el de a ras de suelo), combinada con el buen
momento de Di María y Benzemá (que compensaron la poca participación de Bale y
Cristiano Ronaldo en esa fase del juego) provocaron una debacle que trajo
consigo el que los locales le dieran vuelta al marcador en menos de diez
minutos.
Se cambiaban las tornas y era ahora el Madrid el que tenía
ahorquillado a los azulgranas, siguió un período de tiempo muy confuso en el
que poco a poco el Barça logró recomponerse y retomar su juego de control
comandados una vez más por Messi que se había adueñado de la zona central del
área local, desde allí sirvió un pase a Neymar y, cuando el brasileño volvió a
titubear, recuperó la pelota y puso el empate en el marcador al filo ya del
descanso.
Parecía lógico pensar que había llegado la hora de hacer
unos cambios que el equipo pedía a gritos, esto se traducía en sacar del campo a Cesc y Neymar para
introducir a Alexis y Pedro, dos jugadores que combinaban sensación de
peligrosidad con un fuerte sentido de la presión defensiva (dos cosas de lo que
los dos jugadores mencionados en primer término habían carecido en el primer
tiempo). No ocurrió tal cosa porque parece que se ha introducido una nueva
norma en el fútbol que impide hacer cambios antes del minuto 20 de la segunda
parte y así, tras un breve intercambio de golpes, llegó una de las primeras
jugadas realmente polémicas de este encuentro (si no tenemos en cuenta, que no
deberíamos hacerlo, la gilipollez protagonizada por Pepe y Cesc tras el primer
gol de Messi). Resulta claro que Cristiano exagera la zancadilla de Alves y más
claro aún que la falta tuvo lugar fuera del área, posiblemente debió ser
efectivamente falta y amarilla al defensa brasileño pero, en un partido con
tanta tensión como este, es inevitable que el colegiado de turno se muestre
contemporizador y juzgue el penalty suficiente castigo. Transformó Cristiano
Ronaldo y volvíamos a tener el marcador en contra.
No se podía hacer otra cosa que volver otra vez a la carga
con lo que teníamos ya que el Tata, seguramente en estado de shock, no se
decidía a cambiar a nadie. La brega continuó durante diez minutos más hasta que
llegó sin duda la jugada clave del partido: Messi mete un pase de PlayStation a
Neymar y Sergio Ramos se cruza y contacta con el brasileño ¿tenía intención
Ramos de derribar a Neymar? Posiblemente no, de hecho parece que intenta
evitarlo pero lo cierto es que no lo consigue ¿exageró Neymar? Posiblemente sí,
también lo hizo CR7 en el penalty previo y de todos modos resulta imposible
analizar eso de forma objetiva: en resumen Ramos hizo un penalty y dada la
posición del atacante contrario no había otra opción que expulsarlo.
El partido volvía a equilibrarse pero eso no le servía de
nada al Barça, sólo valía ganar y era hora de poner toda la carne en el asador,
así por fin entró Pedro por Neymar, el canario no tuvo opción de cara a la
portería pero insufló nuevos aires al encuentro y aumentó la presión en la
salida del balón de los blancos, poco después entró asimismo Alexis por Cesc
aunque en este caso el chileno apenas tuvo influencia en lo que sucedió
después. El Barça seguía cercando la portería local hasta que una internada por
la izquierda de Iniesta terminó en un absurdo (y esta vez sí indiscutible)
penalty de Xabi Alonso. Inmune a la presión Messi transformó de nuevo de forma
magistral y sin más cosas dignas de contar se llegó al final del encuentro.
Tras este resultado la liga vuelve a estar en un puño,
pendiente ya sólo de un nuevo fallo de alguno de los tres equipos de cabeza, el
Barça logra una victoria que inyecta moral y esperanza a una liga que la
deprimente afición culé daba ya por perdida y asesta un golpe muy duro a su
máximo rival que dentro de nada tendrá una correosa visita al campo del
Sevilla. Aunque tampoco debemos olvidar que incluso en una victoria tan
espectacular como esta se desvelaron los males que nos aquejan desde ya hace
algunas temporadas: el difícil encaje en el esquema del equipo de algunos jugadores,
la falta de reacción ante el inevitable declive de otros y sobre todo la
pavorosa debilidad defensiva que tantos disgustos nos ha ocasionado.
Pero por encima de consideraciones teóricas lo cierto es que
ha sido un gran clásico (que empecé a ver con bastante displicencia y que
terminé de ver al borde del colapso) con todos los ingredientes que hacen que
estos encuentros se recuerden en el tiempo :predominio alterno en el marcador,
escaramuzas, polémica arbitral, expulsiones… sin olvidar las declaraciones post
partido subidas de tono que como suele ser habitual estuvieron protagonizados
por los jugadores con menos luces de cada plantilla. ¿Qué si fue un gran
partido a nivel futbolístico?, lo siento, estaba demasiado ocupado sufriendo
para pensar en eso.
en cosas como esas.