sábado, 30 de abril de 2011

Jornada XXXIII



No he visto el partido del Real Madrid y sólo he visto la segunda parte del nuestro (que no ha sido para tirar cohetes). Ha sido una lastima perder la posibilidad de matar la liga antes de la final de Champions (que presumiblemente jugaremos) pero jugar con toda la artilleria un día como hoy hubiera sido demasiado arriesgadao (la alineación de Xavi y Messi los 90 minutos ya me lo paerce). Posiblemnte de no mediar el partido que nos espera la semana que viene y de no haber perdido previamente el Madrid el resultado hubiera sido otro. En fin lo importante es que seguimos manteniendo la diferencia y queda un partido menos.

miércoles, 27 de abril de 2011

Hoy se juega el clásico.....otra vez



Hablamos mañana que estoy viendo Punto Pelota



Hace sólo diez días (aunque ahora parecen diez años) nos ufanábamos (algunos) de cómo el madridismo celebraba un empate en casa que prácticamente terminaba con sus escasas esperanzas de arrebatarle la liga al Barça. Lo interpreté entonces como una muestra de debilidad pero ahora creo que estaba equivocado.

Ahora tengo la certeza de que el ramplón juego desplegado por el equipo blanco en el partido de vuelta de la liga respondía a una interpretación predeterminado de un encuentro en el que el Madrid tenía poco que ganar y mucho que perder, la consigna no era ir a por los tres puntos, ni siquiera empatar, la consigna era no salir humillado del primero y el menos importante de los cuatro partidos de esta mini liga personal. Mourinho logró así la insólita hazaña de convertir en un triunfo moral (jaleado por una prensa y una afición que hace no muchos años no hubiera tolerado tal actitud) lo que a todas luces era una derrota matemática.

El siguiente capítulo de la historia tuvo lugar hace justo una semana. La Copa del Rey es como un chupito de Jagermeister: resulta un simpático remate para una cena opípara pero ni se le echa de menos si antes hemos comido bien, ni tampoco resulta suficiente consuelo para un estómago vacío. Una Copa del Rey no justifica una temporada pero convertir un triunfo obtenido con fortuna (en el buen sentido de la palabra) tras un encuentro equilibrado (lógico entre dos grandes equipos) en una especie de victoria homérica sólo se explica porque era otro paso hacia lo que tendría que acontecer en las semanas siguientes. Incluso el aplastante triunfo ante el Valencia en una competición, repetimos, casi resuelta (en combinación con una penosa victoria local del Barça ante uno de los últimos clasificados) parecía indicar que todo formaba parte de una intensa y efectiva campaña de rearme moral ante lo que verdaderamente importaba de todo esto, lo que al fin y al cabo da titulares, fama y fortuna: el acceso a toda una final de la Champions League pasando por encima del máximo rival que además es el que lleva tres años pasando por encima de ti.

José Mourinho es una persona compleja, no voy a hablar evidentemente de su faceta personal que ni conozco ni conoceré nunca (aunque estuviera interesado en hacerlo, que no lo estoy), hablo más bien de su imagen pública. Es curioso que en los últimos días se le haya comparado tanto con Clemente porque yo siempre he pensado que, al margen de semejanzas en táctica o estrategia, ambos entrenadores se parecen en una cosa: su máximo interés parece residir en alimentar su propia soberbia, y para ello no bastan las victorias (que de todos modos son imprescindibles o que se le pregunten a Clemente que desde que abandonó la Selección se ha convertido en un don nadie): es necesario que dichas victorias vengan aderezadas por un inacabable espectáculo que, repito, parece imponerse por encima incluso de lo que debería ser la finalidad última de un entrenador. En resumen, el espectáculo no es un aderezo del triunfo, sino que el triunfo es una condición previa al espectáculo. En estas condiciones la manera en que dicho triunfo se consiga parece ser lo de menos.


Hablemos ahora del partido y empecemos por el final. De la sonada rueda de prensa de Mourinho tras el encuentro lo que personalmente más me escandalizó fue precisamente de lo que menos se habla: el frío, desprejuiciado y perturbador análisis que el portugués hizo del planteamiento previo al partido: frustrar al contrario mediante el empleo de todos los recursos del oficio regalándole incluso los primeros 45 minutos, para posteriormente ir incorporando a un nueve y posteriormente a un diez de calidad (es decir a los buenos jugadores que iniciaron el partido en el banquillo) con un objetivo mínimo aceptable de terminar el partido cero a cero en tu campo. Recuerden que estamos hablando de un equipo que ha ganado nueve veces esta competición.

En contraposición pareció que al Barça le vinieron bien los reveses previos al partido para bajarle unos humos quizás demasiado subidos, el equipo salió al campo tenso en el buen sentido de la palabra, dispuesto a dominar la pelota como siempre pero sin caer en la red que el Madrid le tejió los primeros 45 minutos de la final de la semana pasada. Fue un primer tiempo tácticamente interesante pero deportivamente plúmbeo, el Madrid cedió el campo y la pelota sin ser capaz esta vez (al contrario que en la final antes reseñada) de atacar con peligro (significativo el gesto de frustración de Cristiano Ronaldo ante la ausencia de presión sobre la pelota, algo que le dejaba convertido en un guiñapo solitario). El Barça por su parte seguía manteniendo el control del balón, reduciendo el riesgo al mínimo en los pases y tratando de buscar alternativas en el ataque (que se concretaron en dos buenas ocasiones de Villa y Xavi) pero sin demasiados alardes.

Así se llegó al descanso y tras la reanudación pareció que Mourinho entraba en Defcon 2 con la introducción de Adebayor mientras Kaka calentaba para preparar Defcon 3. Dio por lo tanto la impresión de que los locales comenzaban a dar ese paso adelante que su entrenador había previsto cuando, en ese momento, llegó la jugada que hará que se recuerde este partido.

¿Y qué decir de dicha jugada? Pues primero que entre tanta declaración rotunda me temo que tengo que volver a ser involuntariamente ambiguo. La entrada de Pepe puede ser amarilla o roja, eso queda a juicio del árbitro, y cada cual en su casa puede interpretar si se trató de una entrada agresiva o violenta. Si Pepe hubiera cogido la pierna de Alves de lleno posiblemente podría haberle retirado del fútbol, ni siquiera creo que se desentendiera por completo del balón, posiblemente su intención inicial era hacer precisamente eso pero luego lo pensó mejor y decidió dejar un recadito al defensa azulgrana con el ánimo de proseguir con ese juego subterráneo que había mostrado su equipo en general y él en particular. Pero se pasó de la raya, y él lo supo enseguida, posiblemente un árbitro español no se hubiera atrevido a expulsarle, posiblemente otro colegiado internacional no lo hubiera encontrado merecido, pero el alemán así lo decidió y es una decisión cuestionable pero NO injusta y sobre todo NO se puede montar una película de atracos en base a esa jugada. Todo lo demás es una mierda que no pienso comentar y en la que meto las ruedas de prensa previas y posteriores al encuentro, las denuncias consecuentes y las tanganas tubulares.

Pero lo cierto es que, discutible o no, está claro que esa jugada marcó el encuentro posterior, el Madrid perdió a un jugador que, deportividad a un lado, es una pieza fundamental de su juego, cedió en la presión en el centro de campo, aisló más a sus jugadores de ataque y dejó al equipo blanco a merced de los blaugranas que jugaron a placer sabiendo además que su propio entorno no toleraría que se dejara escapar nuevamente al máximo rival con un jugador menos en el campo. A esta actitud ayudó la entrada de un fresco Afellay que dinamizó la banda derecha que los voluntariosos pero muy tocados Pedro y Alves no habían conseguido explotar. Un poderoso cambio de ritmo del holandés terminó en un pase lateral que Messi remató a las mallas.

Es posible que el Madrid olvidase que un empate a cero también era un buen resultado para el visitante, pero qué duda cabe de que no puede compararse con un 0-1 y menos aun con un 0-2, sobre todo si viene precedido de un nuevo regalo de Messi para el mundo.

Final del partido y eliminatoria encarrilada. Queda el partido de vuelva en el que habrá que evitar lesiones y sanciones pero en el que tampoco se podrá salir con suplentes so pena de pasar apuros que nadie desea. No será conmigo como espectador, yo he terminado con esta mini liga, soy incapaz de ver un partido en el que la victoria no acrecentaría mi satisfacción y en el que la derrota podría ser un cataclismo que no deseo ver en directo, y además estoy francamente harto. Sólo quiero que creemos la eliminatoria y la liga y sobrevolemos un poco toda esta mugre para volcarnos en lo que verdaderamente importa.

martes, 19 de abril de 2011

La Copa del Reir

Lamentablemente ha coincidido uno de los tres títulos en juego con un viaje semansantero a cierto lugar con dudosa conexión a Internet así que dejo micrófono libre. ¡SALVE Y USTEDES LO PASEN BIEN!

sábado, 16 de abril de 2011

Jornada XXXII




En circunstancias normales enfrentarse al segundo clasificado con ocho puntos de ventaja y a falta de menos de diez partidos para acabar la liga supone un mero partido de trámite. Pero cuando el segundo clasificado es el Real Madrid y dicho enfrentamiento es el primero de un total de cinco encuentros que incluyen una final de Copa del Rey y una semifinal de Champions la cosa cambia. De hecho incluso aunque el Barça hubiera sido ya eliminado de las otras dos competiciones y la diferencia de puntos fuese todavía mayor con respecto al Madrid está claro que el clásico es una cuestión de honor y nadie comprendería que se acudiese al Bernabeu en medio de algún tipo de relajo.

De todos modos está más que claro que llegar a un encuentro con ocho puntos de ventaja significa que dos de los tres resultados posibles son más que favorables y en el peor de los casos el equipo quedaría con cinco puntos de renta que deberían ser más que suficientes para garantizar la competición liguera, es imposible afrontar un encuentro como este con más tranquilidad, al menos en teoría…

Seguimos hablando mañana



Pasando ya al partido, la alineación del Barça nos trajo una sorpresa monumental: la salida como titular de Puyol, no creo que ni los más acérrimos fans de Puyi se esperaran algo así. ¿Es posible que Pep en un ejercicio de insospechado “wengerismo” hubiese magnificado la lesión el capitán al tiempo que ocultaba su recuperación para dar un golpe de efecto? ¿O más bien lo que pasa es que el mister está tan obsesionado como buena parte de la parroquia culé con los problemas en defensa que ha supuesto la baja del central titular? Yo más bien pienso que se trata de lo segundo, pues de otro modo no se explica el que se haya precipitado la vuelta del jugador alineándolo de entrada en un partido que se presumía bastante exigente en el aspecto físico, la consecuencia fue que en la segunda mitad Puyol tuvo que retirarse, no por haber recaído de su rodilla gracias a Dios, sino por una contractura muscular producto del esfuerzo.

Por su parte el Madrid afronto el partido como una previa a los dos únicos torneos en los que todavía tiene aspiraciones, a Mourinho no pareció preocuparle el hecho de echar mano de todos los trucos del oficio (césped incluido) para tratar de conseguir un resultado favorable (o cuanto menos no humillante) y probar tácticas como la escogida hoy que consistió en invadir el centro del campo azulgrana con jugadores más físicos que talentosos (la ausencia de Ozil en el equipo titular fue muestra de ello) para desactivar la zona de creación visitante y provocar robos y pérdida de balón con los que montar el contraataque.

Durante la primera mitad dicha táctica pareció funcionar ya que Xavi e Iniesta pasaron desapercibidos y el juego del Barça tuvo que recaer en Busquets y en los pases largos de Piqué. Guardiola, quizás previendo lo que iba a suceder, retrasó deliberadamente a Messi para tratar de obtener superioridad en la zona ancha del campo. El juego del equipo se resintió debido a estas circunstancias a la que se unió una férrea defensa local y el bajo momento de juego que atraviesan dos de los tres delanteros titulares que además se vieron muy desconectados de sus compañeros.

Pero de todos modos la táctica de contención y contraataque funcionó sólo en su primera fase porque los continuos contragolpes blancos se vieron desbaratados por la poca fortuna de sus delanteros y por el buen hacer de nuestra defensa con mención especial para Adriano. El juego resultaba un poco frustrante y poco vistoso pero de todas maneras lo que estaba pasando favorecía al Barça que se convenció de que la mejor manera de afrontar el partido era tener el balón, evitando pérdidas innecesarias que podrían provocar los temidos contraataques, y buscar las oportunidades que siempre se presentan con talento junto en el campo. De este modo Messi tuvo dos ocasiones de adelantar a su equipo que fallaron por poco.

En el segundo tiempo el panorama pareció aclararse cuando Albiol cometió un clamoroso penalty que transformó Messi, superando así uno de esas estúpidas estadísticas que indicaba que jamás había podido golear a un equipo dirigido por Mourinho. Por añadidura la expulsión del defensa blanco trajo por fin la tan ansiada superioridad en el centro de campo (Pepe tuvo que retrasar su posición aunque siguió apareciendo por todas partes), que de todos modos tuvo poca duración porque la sustitución de Puyol nos obligó a nuestra vez a retrasar a Busquets cuya zona fue cubierta con mucha menos eficacia, como suele ser habitual, por Keita.

Aparte de esto creo que el Barça cometió el error de dar por ganado el encuentro limitándose a ejercer un fútbol-control sin buscar de forma decidida el segundo gol que hubiera matado el partido y la liga. Como hemos dicho, la entrada de Keita no benefició al equipo como tampoco lo hizo la incorporación de Afellay por un desafortunado Pedro y la de Maxwell por un Adriano con molestias y con una peligrosa amarilla. El Madrid puede tener y tiene muchos defectos pero tiene la virtud de no darse por vencido y así se multiplicó en sus esfuerzos, casi siempre baldíos, por crear peligro (algo a lo que ayudó las incorporaciones de Adebayor y Ozil) aunque dichos esfuerzos provocaron el penalty que transformó Cristiano Ronaldo, que superó igualmente otra leyenda negra personal. El Barça trató de ejercer su superioridad para volver a ponerse por delante pero dio la sensación de que ya era un poco tarde para eso.

A veces en el fútbol sucede como en la política, un resultado puede ser visto de tan diversas maneras que todos los contrincantes pueden reivindicar una parte de la victoria para sí. El Barça salió del campo con uno de los dos resultados que le favorecían, con lo que mantiene la ventaja de ocho puntos y además no pierde a ningún jugador por sanción o lesión para la final del próximo miércoles (bueno sí, perdió a Puyol pero seamos sinceros, nadie esperaba que estuviera en esa final, lo siento Puyi, el fútbol es así de perro), aunque los cules tenemos la sensación de que se perdió una buena oportunidad para dejar tocado al Madrid.

Por su parte los blancos, repito, dieron la sensación de haber renunciado a la liga limitándose a realizar unas maniobras con fuego real y dándose por satisfechos con no haber recibido la paliza habitual de los últimos años, pudieron además seguir apelando a la recurrente épica al ser capaces de igualar el partido con un jugador menos echando mano de la casta, la garra y la madre que la parió. Bien por ellos aunque sinceramente nunca pensé vivir lo bastante como para ver al Real Madrid celebrar un empate en casa, algo que indica que seguimos viviendo tiempos felices.

Una nota final por lo que respecta al arbitraje. Ser designado para un encuentro como este suele considerarse un honor para cualquier trencilla, pero también puede convertirse en un infierno en el que tu labor sea escrutada de forma implacable y en el que resulta imposible salir con bien. Con respecto a las jugadas polémicas reseñar que posiblemente Casillas hiciera penalty a Villa y que la exagerada caída del delantero asturiano convenciera al árbitro (que estaba lejos y tapado) de que no había nada que pitar. El segundo penalty a Villa fue, como hemos dicho, incuestionable, quizás sí que podría cuestionarse una tarjeta roja que se ajustó escrupulosamente al reglamento pero que también podía haberse omitido. Del penalty cometido por Alves se podría decir lo mismo que del que no se le pito a Casillas transmitiendo así la sensación de que Muñiz estaba muy interesado por ejercer algún tipo de compensación y de que al menos los dos equipos tuvieran motivos de queja, posiblemente esa fuera la razón de que Alves no recibiera una amarilla que le hubiese sido mostrada de haber sido la primera. En resumen un actuación contemporizadora lo que suele indicar que nos volvemos a encontrar un árbitro más preocupado por los titulares del día siguiente que por ejercer bien su trabajo. La parroquia culé además se quejó de que Pepe no debió terminar el partido, yo por mi parte acabé desquiciado por el elevado número de faltas inexistentes que nos pitaron al borde del área.

En fin todos contentos pero nosotros mantenemos nuestra ventaja y la confianza de que Pep habrá aprendido las lecciones de hoy. Hasta el miércoles.

sábado, 9 de abril de 2011

Jornada XXXI

Después de que esta intensa liga se haya casi cargado mi vida social supongo que puedo permitirme el lujo de dar una vueltita mientras se juega en casa frente al último clasificado. Microfono libre, ya me contaran si ha pasado algo digno de mención (que espero que no)

miércoles, 6 de abril de 2011

Злом за добро



Hablamos mañana que estoy hecho gofio, y hablaremos porque hay cosas de las que hablar.

Bueno vamos allá.

Anoche vimos posiblemente uno de los partidos más extraños que se pueda imaginar. Para empezar fue el día siguiente a una rotunda victoria de nuestro máximo rival (después de que el jugador inglés Peter Crouch tuviera un comportamiento sólo explicable por la drogadicción o el soborno o ambas cosas a la vez). En las últimas ediciones de la Champions a estas alturas el Madrid ya estaba eliminado así que incluso una eliminación propia por dolorosa que fuera se venía atenuada por el consuelo de que los blancos habían hecho previamente el ridículo.

Pero anoche a las 19.45 el equipo de Mou estaba prácticamente en semifinales lo que (teniendo en cuenta que la vida en ambos equipos gira siempre en torno a los éxitos o fracasos del otro) añadía cierta tensión al encuentro, algo que sin duda agradó a un Pep constantemente preocupado por el que empalagoso entorno mediático no haga que a sus jugadores se les vaya la olla. De todos modos las cosas se pusieron de cara muy pronto cuando Iniesta aprovechó un rebote de la defensa ucraniana para batir con destreza a Pyatov relajando muchísimo la tensión anteriormente señalada.

Pero a partir de ese momento el partido se volvió un tanto turbio, el Shaktar reaccionó provocando continuos robos de balón en el centro de campo y la primera línea de defensa azulgrana lo que se tradujo en ocasiones de gol, algunas de ellas muy claras. El Barça, una vez más, volvió a dejar claro que la ausencia de Puyol se sigue haciendo notar, Piqué se tuvo que multiplicar y por momentos apareció confuso y algo cansado y Busquets dio indicios de no ser un sustituto de garantías para la zona central de nuestra zaga, muestra de ello fue esa jugada en la que estuvo dubitativo sobre si entrar o no a uno de los delanteros visitantes, nuestro capitán jamás hubiera tenido esas dudas. Si a eso unimos un escalofriante fallo de Alves (de esos que te recuerdan el resto de tu vida cual Cardeñosa) lo cierto es que el equipo volvió mostrar algunos vicios preocupantes, de esos que en Liga tienen solución y en Champions resultan fatales.

Me refiero a esa manía de convertir una de las señas de identidad del equipo (la salida con el balón jugado desde atrás evitando el pelotazo) en un estilo irrenunciable que alguna vez tendrá consecuencias difíciles de reparar. Más o menos lo que ocurre con esa otra manía de penetrar en diagonal hacia la portería y NUNCA chutar sino buscar un pase raso o elevado que resulta a menudo una alternativa mucho más pobre en el ataque, ayer Alves, Busquets y Pedro cayeron en ese error nuevamente.

De todos modos, y por mucho que los ucranianos llegaran incluso a dominar el juego en ciertas fases de la primera parte, al final pasó lo de siempre: nosotros somos mejores que ellos y lo que los demás fallan nosotros lo transformamos, así a pocos minutos del descanso un pase genial de Iniesta fue interceptado por Alves que esta vez sí tocó con precisión para aumentar la ventaja local. Imposible mejor resultado visto lo visto en los primeros cuarenta y cinco minutos.

Tras la interrupción reglamentaria el Shaktar pareció venirse un poco abajo, como suele ocurrir en los equipos que juegan contra nosotros, la presión tiene un límite y ellos parecían haberlo sobrepasado. Cuando Piqué marcó el 3-0 la cosa pareció acabarse ahí, ni siquiera el 3-1 posterior podría haberse considerado un mal resultado pero los jugadores que llegaron del frío no tuvieron ni siquiera ese corto premio a su esfuerzo: una transición horizontal de Messi atrajo a los defensas cual Maradona dejando libre a Keita que cual Caniggia volvía a poner las cosas en su sitio.




El 5 a 1 posterior de Xavi fue la guinda de un partido con un resultado inmejorable que prácticamente perfila ya la gran semifinal europea de este año.

De lo más interesante de este partido fue el constatar que no sólo Iniesta juega peor sin Xavi cerca sino que el propio Xavi brilla menos cuando el manchego no está a su vera, conclusión: deben jugar los dos y además en el centro de campo, algo que está siendo difícilmente posible debido a que por desgracia no tenemos ni defensas ni delanteros titulares de garantía.

Poner a Iniesta de extremo nunca ha sido una buena solución, de ahí que se produzca la tremenda paradoja de que el flamante padre estuviera mal en la primera parte a pesar de marcar un gol y dar otro en bandeja. Y qué decir de Alves que estuvo para matarle y sin embargo también metió un gol y regaló una asistencia. Como digo un partido muy raro.

sábado, 2 de abril de 2011

Jornada XXX



Catorce días sin fútbol (hubo encuentros de clasificación pero no resultaron demasiado estmiulantes, casi nunca lo son) podrían parecer la oportunidad perfecta para un descanso mental de las tensiones de la liga pero no fue así. Estos días han estado plenos de noticias y casi nunca buenas para el equipo (con la excepción de la buena marcha de la enfermedad de Abidal): Puyol sigue sin recuperarse de su lesión eterna, Pedro tampoco pudo aprovechar la pausa para recobrarse de la suya, Messi también tuvo sus problemas (cuando Messi estornuda todo el barcelonismo se agripa, Rossell justificó el por qué apenas ha abierto la boca desde su elección y Guardiola a su vez confirmó que hizo muy bien cuando en su día optó por no hacer entrevistas.

Al margen de esto el equipo afrontó la importante cita de El Madrigal con el aliciente moral de conocer previamente el pinchazo del Madrid (justicia poética para un equipo menospreciado por Mou que no obstante tuvo el detalle de acudir a saludar a los asturianos tras terminar el partido, quizás consciente de que su actitud no va a beneficiar a un equipo que a priori ya cuenta con la antipatía de media España) y con el handicap físico de las numerosas bajas.

Al desbarajuste habitual en la zaga se unieron las ausencias de Xavi y Messi, dos jugadores que son el alma y el corazón del equipo.

Con un equipo tan de circusntancias no es de extrañar que la primera parte no fuera de las mejores de los azulgrana que incluso se vieron seriamente amenazados por los rápidos contragolpes del Villareal que fueron parados en la última línea defensiva por Valdés (sin duda el mejor del equipo). En esta fase del juego se notó la ausencia de Xavi que nadie pudo suplir, Thiago dejó algunos buenos detalles pero da la sensación de que tendrá que esperar algunos años antes de poder tomar los galones e Iniesta sin la cobertura del de Terrassa estuvo muy desdibujado y sin sitio en el campo.

En la delantera Afellay se desenvolvió bastante mal por la banda izquierda, centro mal o de forma precipitada y dio la sensación de que aun no ha logrado coordinarse bien con sus compañeros. Villa por su parte estuvo bastante flojo también llegando tarde a casi todas las combinaciones que se intentaron con él o cayendo de forma continuada en fuera de juego.

Aun así, y tras el apretón del inicio del encuentro antes mencionado, el progresivo descenso en la tensión del juego del Villareal posibilitó que el Barça fuera tomando el control del partido aunque siguió dando la sensación de que los primeros 45 minutos habían sido un calentamiento en el que unicamente había que mantener la portería a cero a la espera de que Messi saltara al campo.

Comenzó el segundo tiempo y el Barça se apoderó completamente del partido encerrando a un Villareal que no hacía sino ceder terreno, entró por fin Messi en lugar de Keita(muy desafortunado y es que la ausencia de Xavi convierte a sus compañeros en peores jugadores, como lloraremos al pequeñito cuando se vaya dentro de 15 años)y aunque dio la impreisión de que no terminó de meterse del todo en el partido su sola presencia -atrayendo hacia su órbita a los defensas enemigos y creando así espacios para los demás jugadores de ataque- bastó para terminar de desquiciar al Villareal. Además Afellay se mostró más preciso en sus internadas por banda y Thiago e Iniesta (libres de la presión que tuvieron en la primera parte tras desertar los locales del centro de campo) se mostraron mucho más agresivos en el ataque.

El Barça empezó a combinar buscando todas las alterntivas posibles para conseguir el gol, pudo haber venido o no teniendo en cuenta el poco acierto que había mostrado el equipo, por fortuna al final sí que vino: un saque de esquina que cabecea Busquets y que llega hasta Piqué que tras parar con el pecho (y quizás con la mano, en la Sexta todavía lo están discutiendo) acaba en el fondo de la red.

A partir de ahí poco más, el partido no fue otra cosa que un ejercicio de control que sólo se vió perturbado por una postrera ocasión de los locales que Valdés frustró una vez más. Final del partido y un triunfo que huele a campeonato, en el caso de que no haya percances en la próxima jornada (no olvidemos lo sucedido hoy en el Bernabeu la próxima jornada) llegaremos al campo de Chamartin con ocho puntos de ventaja. La liga parece decidida pero no sere yo quien se confie que soy culé viejo.