Jornada XXI
El Hércules presumía de ser el único equipo en liga que había conseguido ganarle al Barça, ¡y en el Camp Nou nada menos! Y este era en principio el único aliciente de un partido que prescindiendo de ese hecho se apuntaba como un mero trámite aunque no lo fue en absoluto (si no lo han visto no se dejen engañar por el resultado).
La primera parte fue bastante disputada, el Hércules jugó con la misma voluntad y ganas que muchos otros equipos que tratan de cazar a la ballena blanca pero encima hoy el Barça parecía acusar un poco el cansancio físico y psicológico de tantos partidos jugados al máximo nivel de exigencia. Jugadores como Messi y Xavi estuvieron desconocidos en la primera parte, el primero descentrado y fallón y el segundo escorado a la izquierda de forma extraña.
En estas circunstancias destacar a Iniesta que se echó al equipo a la espalda haciendo de Xavi contando además con el apoyo de Busquets por detrás y Pedro por delante, Villa como ocurre en ocasiones quedó fuera de juego aunque hay que reconocer que muchas veces el equipo simplemente se olvida de él como alternativa de ataque.
El Hércules no creó mucho peligro (si exceptuamos un par de ocasiones creadas a partir de fallos e imprecisiones de la defensa) pero disputaba la pelota con inteligencia en su propio campo y convirtió el partido en un trance muy incomodo para el Barça. Cuando ya se enfilaba el descanso llegó esa pelota que quedó franca para Pedro que con su habitual sentido de la verticalidad fusiló la meta alicantina. Un gol fundamental pues permitió encarar la segunda parte con la ausencia de presión que hubiera supuesto un marcador igualado, teniendo en cuenta tal y como se estaban desarrollando las cosas.
Quizás por esta circunstancia el partido mejoro mucho tras la reanudación, la presión del Hércules decayó debido al bajón físico inevitable y al efecto psicológico del gol de Pedro, se relajaron las marcas, se achicaron espacios en el centro de campo y Xavi volvió a tomar la posición centrada que en él es habitual aunque Iniesta siguió siendo el referente en el ataque del equipo. El que no mejoraba era Messi que literalmente no daba pie con bola. Aun así el partido se puso muy cómodo en lo que respecta al juego pero desagradable en lo que respecta al corto marcador, aunque los locales ni siquiera olieron nuestra portería en esta segunda parte (mejoró mucho la defensa y en el aspecto recuperador de la pelota volvimos a estar insuperables) qué duda cabe de que la posibilidad de un gol, por muy tonto que fuese, siempre es posible.
En este sentido volvió a llamar la atención la tardanza de Pep en introducir cambios, yo hubiera apostado por la incorporación de Afellay por Xavi o Villa (sustituir a Messi sigue siendo tabú) para dinamizar un poco el juego y buscar ese gol tranquilizador. Pero el Mister debió pensar que las cosas estaba bien así, y al final los hechos le dieron la razón: Messi que había hecho un partido flojísimo hasta ese momento se descolgó con un gol sensacional (¿hay algún otro jugador en el mundo que pueda meter esas diagonales dentro del área coronadas por un tiro en la dirección contraria?) rematado con otro posterior tras una gran jugada colectiva.
Consumada la venganza contra los que habían osado profanar el santuario y convencidos de haber superado un obstáculo incomodo gracias a tener los mejores jugadores del mundo podemos sentarnos tranquilamente a ver qué hacen los otros mañana.