Jornada XII
Hace justo una semana el mundo culé era un funeral. Se afrontaban la primera semana decisiva de la temporada, si las cosas salían mal podíamos encontrarnos practicamente fuera de Europa y a cuatro puntos de nuestro peor enemigo en liga.
Después del gran partido del martes en cambio las tornas habían cambiado y, como suele ser habitual en este club o mejor dicho en su entorno, se había pasado del cero al infinito. Ya no se discutía si el líder iba a caer derrotado en el Camp Nou sino que se discutía el grosor de la goleada. Como de costumbre se olvida la historia y con ella el hecho de que los encuentros que han enfrentado a los dos equipos suelen ser casi siempre partidos duros, muy disputado que generalmente se resuelven por la mínima. Cosas como el 2-6 de la pasada temporada o el 4-1 (en esta ocasión en nuestra contra) de hace tres o las sucesivas "manitas" con las que ambos nos hemos castigado en el pasado son una excepción.
Esto se pudo comprobar nada más empezar el partido cuando el Madrid le perdió (si es que alguna vez llegó a tenerlo) el miedo al Barça y consiguió detener su juego de ataque, asfixiar su centro de campo y empezar a contragolpear con Kaka y Ronaldo moviendose peligrosamente entre líneas pese a lo cual y digan lo que digan, el Madrid sólo disfrutó de una clara ocasión en toda esta primera parte siendo su mayor mérito el haber conseguido convertir en estéril el mayor dominio local de la pelota.
El Barça una vez más cometió el error de salir a jugar sin un referente claro en el centro del ataque, Messi naufragaba por la derecha muy lejos del área enemigo y ahogándose en un muro de defensas blancos cada vez que tocaba la pelota, cuando Alves conseguía alguna ventaja por esa misma banda la desperdiciaba sirviendo unos melones más dignos de un partido de rugby y por la banda izquierda Henry se mostró lento, poco concentrado, incapaz de evitar caer continuamente en fuera de juego y sobre todo muy falto de coordinación con sus compañeros en el ataque, sobre todo con Iniesta. Pero lo peor de todo es que en cuanto se conseguía algún desmarque por ese lado del campo no había nadie ni en primera ni en segunda línea que llegara a rematar la pelota. De este modo el primer tiempo se saldó con dos centros-chuts por parte de Henry e Iniesta que Casillas no tuvo ninguna dificultad en atajar.
Estaba claro que la cosa no estaba funcionando y prueba de ello es que Pep perdió la paciencia con Henry y, cosa insólita en él, hizo su primera sustitución nada más empezar la segunda parte colocando a Ibrahimovic como delantero centro puro. Estaba claro que Guardiola hubiera preferido seguir preservando al sueco en espera de que el resto del equipo pudiera resolver el encuentro pero esta vez las cosas no estaban saliendo como él esperaba y decidió resolverlo.
Una vez más el partido le dio la razón y después de que Alves sirviera el primer pase con algo de acierto Zlatan respondió con un remate digno de un auténtico asesino del área.
Este gol pudo haber cambiado el signo del partido y haberlo convertido en aquello que los aficionados estaban esperando que fuera pero en ese momento Busquets, que hasta entonces estaba haciendo un partido casi tan bueno como el que hizo contra el Inter, demostró por qué todavía le falta algo de madurez para llegar a ser un jugador de primera clase. Su absurdo gesto de tocar el balón con la mano le costó la segunda amarilla y la expulsión.
Pero paradójicamente el Barça que hasta ese momento había estado luchador pero discreto se transformó de nuevo en un grande. Tras la expulsión del centrocampista canterano yo era uno de los que pensaba que Pep debía hacer saltar al campo a Touré a cambio de Iniesta, Messi o incluso el propio Ibrahimovic. Sin embargo el mister decidió que la mejor forma de defender el resultado era precisamente que siguieran jugando los hombres que mejor podían controlar el balón y así fue como el Barça dio una lección de como mantener un marcador favorable sin necesidad de replegarse en su área tal y como hubiera hecho cualquier otro equipo del mundo.
De hecho fue en esta fase del partido cuando el equipo gozó de las mejores oportunidades (dos de ellas muy claras por parte de Abidal y de Messi) mientras que el Real Madrid no consiguió hacer valer su ventaja entre otras cosas porque Puyol hizo quizás uno de los partidos por los que pasara a la historia del club.
Al final uno a cero, liderato recuperado y lo que pudo haber sido una semana trágica se convirtió en una semana mágica. Una vez más (al igual que sucedió en el partido de ida el año pasado) no deja de ser curioso que los blancos se den por satisfechos con una derrota. Que sigan así :)