EL RAPTO DE EUROPA
Hablamos mañana
Alemania llegaba a la final después de una paliza de
resonancias mitológicas a la Selección anfitriona, Argentina tras sin duda una
de las peores semifinales de la historia moderna de esta competición. Posiblemente
estos antecedentes contribuyeron a crear una imagen distorsionada de lo que debería
haber sido esta final.
Se esperaba un control del balón casi desde el comienzo de
los jugadores germanos contrarrestado con algún contraataque argentino fiado al
talento de Messi o a la oportunidad de Higuaín. Por el contrario nos
encontramos con que el equipo alemán se empezó el partido encontrándose con la
inoportuna lesión de Khedira en el calentamiento previo. Quien sabe si a
consecuencia de este contratiempo de ultima hora el previsto dominio del balón
de Alemania se traducía en un estéril mareo del esférico en la zona ancha del
campo sin que se pudiera crear ninguna ocasión de gol y sin que ninguno de los muchos
talentos individuales del equipo teutón pudiera destacar. Por el contrario
Argentina, lejos de encerrarse en su campo, consiguió desactivar el juego alemán
no sólo en las proximidades de su área sino incluso en el centro de campo con
un juego agresivo y eficiente al mando del cual estuvo una vez más el jefecito
Mascherano, lo malo es que a partir de ahí las cosas en la zona no de ataque no
se les daba tan bien. Y todo ello pese a que se vieron los mejores momentos de
Messi desde la fase de grupos, la estrella argentina distribuyó el juego
adecuadamente y se mostró incisivo y peligroso en sus avances por la derecha,
pero las ausencias de Agüero y sobre todo Di María ensombrecieron el ataque
albiceleste, con la cantidad de perdidas de balón que estaban teniendo los
alemanes es de suponer que el fideo hubiese hecho estragos por su banda con
Messi entrando más por el centro. Para colmo Higuaín falló un gol de esos que
será recordado cien años después de su muerte.
Sabella se dio cuenta de que su gran oportunidad era aprovechar
este insólito estado en el que se encontraba Alemania y dio paso al Kun Agüero buscando
precisamente eso, lastima que el delantero del Manchester City tampoco tuvo ayer
su noche y no sólo falló todo lo que intentó sino que incluso mereció ser expulsado
por tremenda piña que le asestó al tipo ese del nombre impronunciable e
inescribible. Para colmo Messi, pese a tener también una gran oportunidad al
comienzo de la reanudación, comenzó a apagarse a medida que transcurría el
encuentro como si hubiera gastado lo poco que tenía en la primera parte y acabó
diluyéndose hasta acabar el encuentro prácticamente andando (quién sabe si por
alguna molestia física). Sabella echó el resto dando entrada a Palacio (cuya única
contribución fue fallar otro gol en un mano a mano contra el portero) y ya
enfilando la prórroga a Gago buscando posiblemente un enganche con los hombres
de cabeza tras la desafección de Messi.
Alemania por su parte había hecho su primer cambio demasiado
pronto obligado por la lesión de Kramer (que a su vez suplía al ya mencionado Khedira)
al que sustituyó Schürrle, más tarde ingresó Götze y es curioso que estos dos
jugadores que nunca habían sido incluidos en el equipo titular alemán en estos
Mundiales y que además habían tenido una actuación discreta (especialmente el
primero) protagonizaran el único gol del partido cuando ya faltaban minutos
para terminar la prórroga. Concretamente faltaban siete aunque todavía hubo
tiempo de que Messi cabeceara con cierto peligro y de que tirara una falta a
las nubes en el último suspiro confirmando otro doloroso fracaso personal en la
máxima competición por selecciones, un fracaso que la grotesca concesión del
balón de oro sólo contribuye a empeorar.
Como ocurre en las prórrogas se ganó por un golpe de fortuna
cuando el partido había enloquecido, las marcas flojeaban y todo el mundo
estaba más o menos con la lengua fuera, podía haber ocurrido cualquier cosa y
ocurrió esa. Alemania ha sido el equipo que más y mejor ha jugado esta
competición y merecía por ello el triunfo y además desde hacía bastante tiempo
aunque ayer no fue superior a Argentina ni mucho menos. La albiceleste por
su parte sólo puede decir que dio lo
mejor que pudo y supo con lo que tuvo a mano, posiblemente con un Messi y un Di
María al 100% (física y mentalmente) y
con la ayuda de algún punta más como el sorprendentemente ausente Téez las cosas
podrían haber salido de otra manera.
En fin ha sido un placer como siempre y nos vemos en Septiembre.