JORNADA DEL 11 DE ABRIL
Yo daba por seguro que en algún momento íbamos a dejarnos
algún punto, incluso daba por hecho que sería contra los tres pesos pesados que
teníamos en frente, pero ¿hacerlo así? Estoy más cabreado que cuando perdimos
aquellos dos partidos absurdos en casa.
Con la recuperación de Jordi Alba se completaba el equipo de
gala, o mejor dicho el equipo de gala que se ha ideado para suplir la ausencia
presente o futura de Xavi. El partido se puso muy bien de entrada, por unos
excelentes 35 minutos parecía que todo el mundo estaba haciendo lo que tenía
que hacer, la defensa cortaba los escasos intentos de avance del Sevilla (Alves
incluso, y contra lo que suele ser norma, apenas perdió balones), en el centro
de campo Busquets y Rakitic ocupaban todo el espacio con autoridad con Iniesta
distribuyendo el juego (con el apoyo puntual de Messi) y con el trío atacante
testando la zaga local (y con Neymar jugando bastante bien). El equipo
controlaba el partido, el Sevilla estaba desactivado y en esas circunstancias
era cuestión de tiempo que llegara el primer gol.
Y llegó una vez más de una jugada personal e intransferible
de Messi con una de sus transiciones matadoras, el Sevilla no reaccionó y
cuando Neymar marcó el segundo (gran gol también) parecía que la cosa estaba
encarrilada, el equipo del Nervión se vio obligado a adelantar líneas y parecía
el momento justo para que el Barça dejara el partido-control y pasara a modo contraataque
mata-partidos, no pudo ser porque porque desgracia a estas alturas del
campeonato ninguno de los jugadores de arriba parece en condiciones de jugar
con la rapidez necesaria para ello. Aún así dudo mucho de que con el marcador
como estaba en ese momento al final se nos hubiera escapado el partido. Y ahí
llegó la jugada clave del encuentro.
Se está haciendo mucho hincapié en la cantada de Bravo pero
a mí lo que realmente me trastorna es el hecho de que Banega pudiera controlar
en la frontal del área, acomodarse la pierna y disparar sin que nadie le
inquietara lo más mínimo. Es una jugada que dudo mucho que pudiera verse con la
defensa de cualquier otro equipo en España, puede que incluso del mundo, es un
mal propio sólo del universo blau grana, nos gustan los zagueros que se
anticipan en el mediocampo y que incluso saben sacar el balón jugado, pero
siempre hemos carecido de esa clase de defensa férrea y expeditiva que sale a
partirse la madre con tal de no dejar tirar al delantero enemigo. En fin, como
quiera que sea se pasó de un partido ganado a uno lleno de incertidumbres.
El peor efecto del gol sevillista es que los locales se creyeron
que podían ir a por el encuentro, y a por el encuentro fueron. Por nuestra
parte se perdió completamente el control, volvieron a aparecer los pelotazos y
los despejes sin mirar a quién, Iniesta y Messi desaparecieron del campo
volviendo a dejar despoblada la zona ancha y descabezado al equipo y para colmo
Luis Suárez eligió el momento más inoportuno para fallar de forma estrepitosa
en al menos dos ocasiones en las que encaró claramente la portería local. El
partido estaba muy confuso, era la hora del mister y aquí también se falló.
La figura del entrenador no lo tiene nada fácil en el fútbol,
casi nunca recibe los parabienes cuando se gana y es el blanco de todas las
críticas cuando se pierde, y ser entrenador de un equipo como el Barça es menos
fácil aún cuando sientes que tienes encima las miradas escrutadoras de cientos
de profesionales dispuestos a cuantificar hasta el número de veces que te metes
el dedo en la nariz durante un partido. Luis Enrique se decidió por la tradicional variante de
incluir a Xavi en un match que necesitaba a gritos un poco de control, pero en
lugar de hacerlo a cambio de un mediocampista (posiblemente Iniesta que ya no
estaba aportando nada) lo hizo a cambio de un delantero, Neymar, que por
añadidura estaba cuajando una buena actuación (el cabreo del brasileño aunque
poco profesional en esta ocasión estaba justificado) . La sustitución sonó a
canguelo y además salió mal porque no se ganó el control esperado y porque se
perdió profundidad en el ataque haciendo que el Sevilla pudiera sumar más
efectivos para tratar de equilibrar el partido. A renglón seguido un
incomprensible fallo de Piqué (que entregó la pelota a un contrario sin que
hubiera la más mínima presión por en medio) propició un contragolpe sevillista
que terminó en el a la postre definitivo empate a 2.
Extraño partido en el que lo más grave no fue que
reaparecieran los fallos en defensa (una faceta en la que por fin parecía que
habíamos mejorado) sino que el equipo fue incapaz de reaccionar y perdió los
nervios. Era previsible repito que se dejaran puntos en el arduo camino hasta
el final de liga, incluso era previsible que fuera en un partido como el de
ayer, pero no de esta manera, el empate suena a grave tropiezo que deja al
equipo ya sin margen de error ante un Real Madrid dispuesto a aprovechar este
pinchazo.
Seguimos dependiendo de nosotros mismos pero está claro que
el fantasma del derrotismo culé ha vuelto para quedarse.
4 comentarios:
¿Cuánto llevas queriendo poner esa foto? Confiesa.
Contra el Valencia dejaos el derrotismo en el vestuario. Haced ese favor.
Pues si no recuerdo mal puse esa foto en el primer clásico.
Tranki Impenitente, nadie odia al Valencia más que nosotros.
Obi Oblak, cada día te quiero más.
Estamos vivos.
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