domingo, 12 de abril de 2015

JORNADA DEL 11 DE ABRIL


Yo daba por seguro que en algún momento íbamos a dejarnos algún punto, incluso daba por hecho que sería contra los tres pesos pesados que teníamos en frente, pero ¿hacerlo así? Estoy más cabreado que cuando perdimos aquellos dos partidos absurdos en casa.

 

Con la recuperación de Jordi Alba se completaba el equipo de gala, o mejor dicho el equipo de gala que se ha ideado para suplir la ausencia presente o futura de Xavi. El partido se puso muy bien de entrada, por unos excelentes 35 minutos parecía que todo el mundo estaba haciendo lo que tenía que hacer, la defensa cortaba los escasos intentos de avance del Sevilla (Alves incluso, y contra lo que suele ser norma, apenas perdió balones), en el centro de campo Busquets y Rakitic ocupaban todo el espacio con autoridad con Iniesta distribuyendo el juego (con el apoyo puntual de Messi) y con el trío atacante testando la zaga local (y con Neymar jugando bastante bien). El equipo controlaba el partido, el Sevilla estaba desactivado y en esas circunstancias era cuestión de tiempo que llegara el primer gol. 

 

Y llegó una vez más de una jugada personal e intransferible de Messi con una de sus transiciones matadoras, el Sevilla no reaccionó y cuando Neymar marcó el segundo (gran gol también) parecía que la cosa estaba encarrilada, el equipo del Nervión se vio obligado a adelantar líneas y parecía el momento justo para que el Barça dejara el partido-control y pasara a modo contraataque mata-partidos, no pudo ser porque porque desgracia a estas alturas del campeonato ninguno de los jugadores de arriba parece en condiciones de jugar con la rapidez necesaria para ello. Aún así dudo mucho de que con el marcador como estaba en ese momento al final se nos hubiera escapado el partido. Y ahí llegó la jugada clave del encuentro.

 

Se está haciendo mucho hincapié en la cantada de Bravo pero a mí lo que realmente me trastorna es el hecho de que Banega pudiera controlar en la frontal del área, acomodarse la pierna y disparar sin que nadie le inquietara lo más mínimo. Es una jugada que dudo mucho que pudiera verse con la defensa de cualquier otro equipo en España, puede que incluso del mundo, es un mal propio sólo del universo blau grana, nos gustan los zagueros que se anticipan en el mediocampo y que incluso saben sacar el balón jugado, pero siempre hemos carecido de esa clase de defensa férrea y expeditiva que sale a partirse la madre con tal de no dejar tirar al delantero enemigo. En fin, como quiera que sea se pasó de un partido ganado a uno lleno de incertidumbres.

 

El peor efecto del gol sevillista es que los locales se creyeron que podían ir a por el encuentro, y a por el encuentro fueron. Por nuestra parte se perdió completamente el control, volvieron a aparecer los pelotazos y los despejes sin mirar a quién, Iniesta y Messi desaparecieron del campo volviendo a dejar despoblada la zona ancha y descabezado al equipo y para colmo Luis Suárez eligió el momento más inoportuno para fallar de forma estrepitosa en al menos dos ocasiones en las que encaró claramente la portería local. El partido estaba muy confuso, era la hora del mister y aquí también se falló.

 

La figura del entrenador no lo tiene nada fácil en el fútbol, casi nunca recibe los parabienes cuando se gana y es el blanco de todas las críticas cuando se pierde, y ser entrenador de un equipo como el Barça es menos fácil aún cuando sientes que tienes encima las miradas escrutadoras de cientos de profesionales dispuestos a cuantificar hasta el número de veces que te metes el dedo en la nariz durante un partido. Luis Enrique se  decidió por la tradicional variante de incluir a Xavi en un match que necesitaba a gritos un poco de control, pero en lugar de hacerlo a cambio de un mediocampista (posiblemente Iniesta que ya no estaba aportando nada) lo hizo a cambio de un delantero, Neymar, que por añadidura estaba cuajando una buena actuación (el cabreo del brasileño aunque poco profesional en esta ocasión estaba justificado) . La sustitución sonó a canguelo y además salió mal porque no se ganó el control esperado y porque se perdió profundidad en el ataque haciendo que el Sevilla pudiera sumar más efectivos para tratar de equilibrar el partido. A renglón seguido un incomprensible fallo de Piqué (que entregó la pelota a un contrario sin que hubiera la más mínima presión por en medio) propició un contragolpe sevillista que terminó en el a la postre definitivo empate a 2.

 

Extraño partido en el que lo más grave no fue que reaparecieran los fallos en defensa (una faceta en la que por fin parecía que habíamos mejorado) sino que el equipo fue incapaz de reaccionar y perdió los nervios. Era previsible repito que se dejaran puntos en el arduo camino hasta el final de liga, incluso era previsible que fuera en un partido como el de ayer, pero no de esta manera, el empate suena a grave tropiezo que deja al equipo ya sin margen de error ante un Real Madrid dispuesto a aprovechar este pinchazo.

 

Seguimos dependiendo de nosotros mismos pero está claro que el fantasma del derrotismo culé ha vuelto para quedarse.               

4 comentarios:

Blogger Deckard ha dicho...

¿Cuánto llevas queriendo poner esa foto? Confiesa.

12 de abril de 2015, 12:28  
Blogger El Impenitente ha dicho...

Contra el Valencia dejaos el derrotismo en el vestuario. Haced ese favor.

13 de abril de 2015, 3:32  
Blogger SisterBoy ha dicho...

Pues si no recuerdo mal puse esa foto en el primer clásico.

Tranki Impenitente, nadie odia al Valencia más que nosotros.

13 de abril de 2015, 13:55  
Blogger El Impenitente ha dicho...

Obi Oblak, cada día te quiero más.

Estamos vivos.

15 de abril de 2015, 8:47  

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