Che succhiano e che continua aspirazione
Siempre estuve seguro de que el Barça sería capaz de meter
cuatro goles al Milán, lo que no tenía tan claro es que fuera capaz de mantener
su portería a cero.
El jugar el partido de vuelta en casa sin haber marcado
previamente en la ida es siempre una situación extremadamente peligrosa, un gol
en contra en casi cualquier circunstancia hubiera puesto las cosas casi
imposibles, pero al mismo tiempo había que combinar estas precauciones
defensivas con la imperiosa necesidad de al menos igualar la eliminatoria, en
resumen un asunto muy peliagudo que en las semanas previas al encuentro de ayer
(máxime cuando se habían encadenado resultados desagradables en todas las
competiciones) había hecho que aflorara el siempre latente espíritu pesimista
del culé.
La alineación de ayer introdujo el cambio forzoso de
Mascherano en sustitución del renqueante Puyol y el voluntario de Villa por
Cesc. Está claro que el fichaje estrella de la temporada pasada sigue sembrando
de dudas a la parroquia, fundamentalmente porque opino que en todo este tiempo
el canterano repescado ha sido incapaz de encontrar una posición sólida en el
equipo, además, para qué negarlo, su propia actitud en los días previos a un
encuentro tan fundamental no había contribuido mucho a despejar esas dudas,
estaba claro que el partido de ayer no era para afrontarlo con semblante
pusilánime.
Al final el dibujo del equipo consistió en confiar la banda
izquierda a Pedro (el jugador canario apenas tuvo influencia en esa posición
más bien táctica y enfocada a abrir la defensa milanista y contribuir a la
presión y a la recuperación del balón) y la derecha a Alves, demarcación en la
que el brasileño dio una nueva exhibición de poderío físico y orientación al
pase. Villa adoptó una posición de teórico 9 mientras que Messi tuvo más
libertad para operar en todo el campo secundado por Xavi e Iniesta muy próximos
al área contraria con Busquets cubriendo las espaldas.
Está claro que el Barça tuvo gran fortuna a la hora de
encontrar el momento preciso de marcar sus goles, el primero fue una genialidad
de Messi que fabricó de la nada un golazo al estilo de aquel que Ronaldinho le
endiñó al Chelsea hace ya un millón de años.
Era el minuto 5 y no podían empezar las cosas mejor que
rebajando la tensión nada más empezar el encuentro. A partir de ese momento se
produjeron los mejores momentos de los locales con la portería italiana
asediada y con el Barça probando el disparo a media distancia con bastante
peligro. Había prisa por meter el segundo y dejar la eliminatoria igualada,
quizás demasiada, quedaba mucho partido por delante y el equipo arriesgó en
demasía con Piqué brujuleando muy lejos de su posición natural y con el medio
campo y los laterales demasiado avanzados. Prueba de ello es que ya adentrados
en el encuentro en su primera mitad se produjo posiblemente el momento clave
del partido: un balón por alto que Niang le ganó a un Mascherano más solo que
la una (hay que decir en su descargo que el resto del partido el jefecito
estuvo impecable) y que el jugador de origen senegalés condujo en solitario
hacia la portería de Alves mientras a toda la afición se le ponían de corbata,
afortunadamente la pelota terminó en el poste y, antes de que ese susto pudiera
desasosegar el juego blaugrana, Iniesta
robó el balón y cedió a Messi que volvió a rematar a gol de forma espectacular.
Y todo ello al borde del descanso al que se llegó con la eliminatoria igualada.
Imposible empezar mejor.
Supongo que en el intermedio Roura (o Tito Vilanova vía
twitter) transmitió a los exaltados jugadores la idea de que el momento de
arriesgar había pasado, con el espectro de la eliminación ya bastante más
aplacado era hora de controlar algo más el partido, no descuidar tanto los
contraataques milanistas y buscar con dedicación y talento el gol que diera el
pase a cuartos. Una vez más el momento elegido para hacerlo fue clave, a los
diez minutos de la reanudación Villa recibió una pelota servida por Xavi y marcó
al más puro estilo del Guaje, extraordinaria noticia por muchos motivos.
Con la eliminatoria ya ganada en ese momento quedaba la duda
de si buscar el cuarto gol tranquilizador o templar el partido con el fin de
evitar un tanto visitante que hubiese sido mil veces más doloroso que un 0-7 en
contra. El equipo decidió intentar lo primero sin descuidar lo segundo por más
que el aficionado tuviera durante cuarenta largos minutos el corazón en un
puño. Empezaron los cambios, primero el de Alexis por un posiblemente bastante
cansado Villa con el fin de mantener la tensión y la presión en la zona de
arranque del juego del Milán, poco después Puyol sustituyó a Mascherano para
reforzar la defensa por alto ante la presumible lluvia de balones colgados
sobre el área y más tarde se reforzó igualmente la defensa dando entrada a
Adriano por Pedro. El Milán como es lógico echó el resto en forma de
incorporación de Robinho y Bojan pese a lo cual apenas tuvo una ocasión clara,
no obstante el suspense continuó hasta rebasar el tiempo reglamentario y ya en
el descuento un contraataque dirigido por Messi hizo que la pelota llegará a
Alexis que cedió a Jordi Alba que marcó un glorioso gol mezcla de velocidad y
clase. Alegría y alivio al mismo tiempo, el equipo acababa de ejecutar una
remontada histórica pasando una vez más (y parece que todavía no son
suficientes) por encima del derrotismo histórico.
Se borra así de un plumazo el cúmulo de sensaciones
desagradables que se venían arrastrando desde aquella ya sorprendentemente
lejana noche de San Siro de hace apenas una veintena de días y, como dijo Villa
al final del partido, ahora mismo nos importa un carajo el que nos toque en
suerte el viernes, aunque espero que no sea cierto equipo que yo me sé.
4 comentarios:
¿Con catorce años Messi ya sabía escribir? Increíbles los efectos de la hormona del crecimiento. Lástima que en otros deportes esté tan perseguida.
En fin. Hace dos semanas pensaba que era mejor que pasaseis pensando en nuestras posibilidades ligueras. Ahora ya, pues bueno. me alegro por ti. Y por Villa.
Dios es argentino, luego el Papa también.
Ya han comenzado los chistes. Ya no se llama Guardia suiza sino Los hombres de Paco.
Voy a difundirlo
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