Chelsea Hotel

Hablamos mañana, ahora no podría

Ya puedo hablar.

Bueno vamos allá. No tengo dudas de que Gus Hiddinnk vio el partido del sábado en el que el Real Madrid, por una cuestión de vergüenza torera, trató de adelantar sus líneas al contrario que en el partido de ida del Camp Nou en el que se comportó como un Chelsea de la vida. La consecuencia de ese cambio de táctica (hay que decir en honor a la verdad que el público madridista con más solera no hubiera permitido otro comportamiento) es que el Barcelona le pasó por encima al Madrid dejando la liga sentenciada.

Nunca sabremos en realidad que había pensado Hiddink desarrollar su juego con el marcador a cero porque cuando apenas empezaban a apreciarse las tácticas vino el gol de Essien. Un golazo sí, aunque uno de esos que entra una vez cada diez años y tuvo que ser ayer.

El Chelsea se encontró con la situación ideal lo que le permitió volver a usar la táctica del Camp Nou sin el menor complejo y sin que su público tuviera ningún escrúpulo. Lo cierto es que era doloroso –lo sería para mí incluso si hubiera sido un espectador neutral- ver a un equipo jugar la pelota en las proximidades del área rival e ir retrasando el balón hasta ceder a tu portero que a continuación pegará un pelotazo para, literalmente, deshacerse de la pelota. Yo en el fútbol soy de los “más vale honra sin barcos” y si mí equipo se comportara así no dudaria en levantarme y dejar de ver el partido.

El Barça además de verse con el marcador en contra nada más empezar el partido afronta éste con bajas que afectaron mucho a su forma de juego. Para empezar Pep decidió sustituir las bajas de Puyol y Márquez en defensa alineando a Touré Yaya de central. Todo el mundo esperaba que fuera Cáceres el que hiciera esa sustitución pero es lógico pensar que el mister tendría sus dudas sobre que un jugador que prácticamente no había participado en la temporada saliera de titular en toda una semifinal de la Champions. El problema, en mi opinión, podría ser que Touré jugara exactamente igual que cuando está en la posición de mediocentro cuando hace algunos caracoleos con la pelota al límite de la pérdida del balón y defiende de una forma muy física, con muchas faltas, lo que podría provocar un penalti (a punto estuvo de hacerlo) o como mínimo una falta al borde del área. En definitiva dos cosas que en el centro de campo son desaconsejables pero que en el borde del área resultan mortales.

De todas maneras lo peor de la alineación de Touré en esa demarcación es que se rompía el centro de campo mágico del Barça ya que por añadidura la lesión de Henry (por lo visto es duda incluso para la final de la Copa del Rey) obligaba a Iniesta a incorporarse al ataque como falso delantero (al final se acabó jugando con un 4-4-2 inhabitual) lejos de sus combinaciones con Xavi y Messi aunque al final el manchego acabó por incorporarse a la posición de medio volante de la que nunca debería salir. En el centro de campo Busquets estuvo discreto y Keita sigue siendo (algunos goles aparte) un jugador intrascendente.

En la delantera Etoo, que técnicamente está a años luz de Henry al que en teoría sustituía en la posición de atacante por la izquierda, desperdiciaba casi todos los balones que recibía. Y en el centro el juego de horizontal de Messi no encontraba combinación posible en medio del bosque de piernas inglesas.

El Barça no tenía en esta ocasión necesidad de robar la pelota porque el Chelsea se la entregaba sin problemas así que el equipo trataba con paciencia de buscar alguna manera de deshacer la tela de araña que el Chelsea había plantado frente a su área. Así terminó la primera parte.

La segunda comenzó igual aunque en esta ocasión con más presencia de Xavi, Iniesta y Messi que juntaron sus posiciones y dieron más sensación de peligro, aun así no basta con llegar con el balón controlado al área, Messi seguía el juego muy lejos y Etoo seguía desaparecido. El recurso en ataque se reducía a numerosas internadas de Alves por la banda que se resolvía con pases largos que, o bien terminaban convirtiéndose en pedradas, o bien eran despejadas sin problema por la defensa. Lo mismo que los comentaristas del Plus yo también estaba rogando (sobre todo a medida que corrían los minutos) por más tiros a puerta pero claro, no puedes tirar con un muro azul delante, tienes que sortearlo de alguna manera salvo que tu objetivo sea castrar ingleses.

Para colmo el Chelsea no cesaba de contragolpear con peligro y en una de estas el amado-odiado Valdés volvió a salvar al equipo y todos los que le hemos criticado volvimos a pedirle perdón de rodillas.

La cosa no pintaba nada bien, el Chelsea no se ponía nervioso ni cedía en su concentración defensiva, pero seguíamos necesitando sólo cinco segundos afortunados. La expulsión de Abidal parecía la puntilla pero aún así sólo necesitábamos esos pocos segundos mágicos. En este momento la ciencia y la paciencia dejaron paso a la épica y esto es algo que todo el mundo debe reconocer a nuestro equipo: no se rindieron, no dejaron de bregar, aunque sin fortuna, y de llevar la pelota hacia arriba sin descanso y sin darse nunca por vencidos. El ejemplo fue Piqué que en los últimos compases del encuentro se lanzó hacia arriba para ayudar en el ataque, algo a lo que también ayudó la sustitución de fatiguitas Drogba, un grave error táctico de Hiddink que hoy todo el mundo destaca.

Y entonces llegaron esos segundos que estábamos buscando, en concreto seis, los que pasaron desde que el Chelsea hizo su única pifia en defensa hasta que Iniesta chutó con toda su pálida alma y traspasó la puerta de Chech. Y después del tormento vino el éxtasis. Fui incapaz de ver el resto del partido.

Ya estamos en Roma y me alegro por Pep y por los jugadores y también por todos los plumillas de la caverna que ya estaban esperando el final del partido con la escopeta a punto y que tendrán que aguantarse la meada al menos hasta el miércoles que viene.

Por lo que se refiere al arbitro de los seis (o dieciséis según otras fuentes) supuestos penalties yo sólo vi uno. También nos dejaron de pitar un claro penalti en el partido de ida donde Ballack no debió terminar en el campo y luego ayer la injusta expulsión de Abidal que podía haber resultado decisiva. El árbitro simplemente fue un desastre, y los árbitros desastrosos lo son para todo el mundo, te dan y te quitan. Y eso es todo.

Siempre he sostenido que en el fútbol no hay justicia ni lógica pero a veces sí que la hay y no era justo ni lógico que el Chelsea jugando así dejara al Barça sin la final. Gus Hiddink planteó un partido impecable en la táctica pero errado en el concepto estratégico: jugar como jugó estando a un gol de la eliminación es un suicidio. Eligió el deshonor para evitar la derrota, ahora tiene la derrota y el deshonor.



AMPLIACIÓN.