Ewige Wiederkunft
Cuando vi a Leo Messi calentando para entrar al campo en el
partido de vuelta contra el Paris Saint Germain, tuve la sensación de que esto
no acabaría bien. No es desde luego la primera vez que nos derrotan pero sí la
primera (desde el renacimiento que supuso la irrupción de Pep Guardiola en Camp
Barça) que nos arrollan de manera indiscutible.
El partido de ayer fue una cristalización de los muchos
errores que se han ido acumulando a lo largo de la temporada, el primero
podríamos calificarlo como endémico de este equipo y no es otro que las
debilidades e imprecisiones en defensa, hasta ahora habíamos vivido siempre de
corregir los goles encajados, a resultas de esas debilidades e imprecisiones,
con nuestro poder ofensivo pero cuando el segundo factor ha fallado se ha
destapado con toda su crudeza el primero. Buena parte de la culpa la tiene el
cuerpo técnico (entendido en sentido amplio, empezando por el palco y
terminando por el banquillo) incapaz de asumir que el gran capitán Puyol ya ha
entrado de lleno en el principio del fin de su carrera, durante todo este
tiempo nadie ha sido capaz de arbitrar la solución más lógica que era, o bien
fichar un central de prestigio, o bien promocionar algún jugador de la cantera
en esa demarcación, en su lugar se han optado por todas las soluciones o por
ninguna, se han retrasado medios centros, se ha cambiado de posición a
laterales, se ha jugado con defensa de tres hombres, y así en uno de los
encuentros más importantes de la temporada en Europa se colocó a un chaval al
que sin duda esta cabronada le venía muy grande. Un error estratégico
inexcusable.
En el centro de campo ocurre tres cuartos de lo mismo con
Xavi, un jugador no sólo imprescindible sino incluso insustituible, ninguna de
las alternativas ensayadas para, al menos, iniciar el duro trabajo de su
reemplazo ha cristalizado, ni Thiago, ni Cesc, ni Busquets, ni Iniesta se
presentan como los más adecuados para hacerlo pero para mí lo grave es que no
parece que se haya trabajado en serio sobre esta inevitable certeza, al igual
que en el caso comentado antes, simplemente se ha actuado como si el de
Terrassa fuera eterno.
Pero sin duda lo más llamativo ocurrió en el segmento
ofensivo del equipo: aquí no se ha actuado como si Messi fuera eterno -ya que
el jugador argentino está muy lejos del ocaso de su carrera-, se ha actuado
como si fuera indestructible, como si no fuera un hombre, y en ese
endiosamiento hemos intervenido todos los cules: desde directivos hasta
aficionados pasando por la prensa, aunque por supuesto los principales
culpables son los que cobran porque estas cosas no sucedan. Messi se ha pasado
la temporada jugando todo lo jugable en ambos lados del atlántico y al final
como es lógico su cuerpo -mortal después de todo- se ha resentido. Además hemos
cerrado los ojos al hecho de que Leo ha absorbido por completo el juego de
ataque del equipo quedándose en exclusiva la tarea de marcar casi todos los
goles del equipo, y a fe mía que ha llevado a cabo esta labor de forma
extraordinaria hasta que su físico ha dicho basta, ahí hemos podido ver que el
hombre que en otros tiempos estaba acompañado por Ronaldinho, Etoo o Henry este
año lo estaba por Pedro, Alexis y Tello. Y por el amor de Dios jamás me oirán
decir una mala palabra de estos tres hombres (especialmente del primero que
además es, aparte del propio Messi, el hombre cuya intervención individual más
influencia ha tenido en todos los títulos de nuestra última gran era) pero está
claro que si por alguna razón falla la pieza principal del ataque debe haber
alguien que siga garantizando que el balance ofensivo del equipo se transforme
en goles, y esta temporada no hemos tenido nada de eso. Para colmo de males la
actitud del cuerpo técnico en el ya reseñado episodio del partido de vuelta
contra el PSG se vio reforzada con la alineación de Messi en el encuentro de
ayer sin que el astro argentino estuviera, evidentemente y pese a la campaña
publicitaria que afirmaba lo contrario, al cien por cien de su capacidad, algo
que se evidenció cuando no disputó ni un solo minuto en el último encuentro de
liga, una vez más se actuó por parte del cuerpo técnico de un modo que se
asemejaba a la histeria, confiando más
en el aspecto simbólico y mítico de un jugador que en sus capacidades físicas.
Y a todo esto hay que añadir que, por las tristes razones
que todos conocemos, nuestro entrenador ha sumado a las tensiones que trae
consigo el hecho de que un segundo entrenador sea elevado a uno de los puestos
más importantes del mundo en su categoría, las que genera una grave enfermedad
que le ha tenido fuera de combate gran parte de la temporada, arrojando así
dudas sobre su capacidad y poder de decisión.
El resultado de todo esto se vio ayer: una defensa
dubitativa y deslavazada, un centro del campo exhausto y superado y una delantera
roma. El Barça mantuvo una vez más la posición del balón aunque, al igual que
en el partido de San Siro, sin saber muy bien qué hacer con él, una actitud que
hubiera sido admisible si el marcador hubiese terminado en empate a cero o al
menos en derrota admisible, pergeñándose así una nueva huída hacia adelante en
dirección al partido de vuelta. Pero todo terminó en una derrota dolorosa y,
pese a los errores arbitrales que no hay que olvidar que perjudicaron a ambos
equipos, contundente y repito que indiscutible.
Añadiría que también podría admitirse como una derrota con
consecuencias positivas siempre y cuando sirva como punto de inflexión para
reconocer que se termina una era y debe comenzar la siguiente. Incluso se
podría admitir que una temporada con una victoria casi al alcance de la mano en
liga y una derrota de semifinales en Champions (por más que haya llegado de
esta hiriente manera) podría ser dada por satisfactoria. Pero en el fondo de
todo esto late la tenebrosa posibilidad de que el eterno enemigo conquiste la
décima, una perspectiva que, como reconocen casi todos los cules, conseguirá
que esta liga nos sepa a mierda y amenazará con traer una indeseada crisis hasta el hace poco beatífico universo culé.
Esperemos que tal cosa no suceda.
5 comentarios:
El día ha estado entretenido. El escarnio culé ha sido abundante. Y el Dortmund va ganando (por ahora). Tal vez mañana siga la juerga.
No has comentado que, en la primea vuelta en Liga, de diecinueve partidos ganasteis dieciocho más un empate. Tal vez la planificación física de la temporada no fue correcta y en primavera estáis hechos unos zorros.
Y a lo mejor Messi aprende y se dosifica un poco y deja jugar a los demás de vez en cuando. Porque esa ansia por jugar cada instante le ha costado caro en el momento más inoportuno. Las hormonas del crecimiento que le dieron al final, aunque llegamos a dudarlo, no ha resultado ser la poción mágica de Panoramix.
Pep le hubiera obligado a dosificarse, Tito posiblemente sabe quién manda en el equipo
A Tito le ha salvado el Dortmund. El concepto fin de ciclo está de oferta y se ofrece dos por uno.
Para que haya un fin de ciclo tiene que haber ciclo primero :)
Ciclo hay, otra cosa es que sea exitoso.
Y Mou debió tener envidia de Tito y quería cagarla hoy. Después de la espantosa primera parte de Modric lo ha mantenido lo suficiente en la segunda parte para que los cambios no valieran para nada. Aunque todo parte de la estúpida expulsión de Arbeloa en Turquía.
Nos quedamos sin nuestro mejor central mandándolo a la banda y Pepe no está bien. Modríc se asusta o lo que sea y al sacar de posición a Ozil no puede activar a CR, sobre todo porque no tiene a Benzema para que la retenga arriba.
Si le juntamos con el acierto brutal de Lewandowski y el pánico que siempre tenemos en Alemania...
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