sábado, 28 de mayo de 2011

Manchester England England

Título este post usando la misma estrofa que hace exactamente dos años y un día. Pensaba escribir un amplio comentario pre partido pero tengo resaca y además están reponiendo los nueve capítulos de Band of Brothers enteritos. No voy a decir que nos vemos después del partido porque en cualuqier caso estaré demasiado ocupado, microfono libre y comentamos con el tranquilidad durante el domingo.



Reconozco que, al contrario que en otras ocasiones previas semejantes, no afronté este partido con los nervios y la tensión que me habían dominado años atrás. Y no porque este equipo nos haya acostumbrado a celebrar triunfos (de eso no se cansa nunca nadie) sino más bien debido a un cúmulo de circunstancias que podríamos resumir en que el cuádruple enfrentamiento con el enemigo tradicional había consumido ya muchas reservas de energía mental, no por los partidos en sí, sino por el insoportable ruido mediático que los había acompañado. Tal era así que posiblemente gran parte de la afición culé (entre la que me incluyo) se daba por contenta con haber eliminado al maligno y afrontaba el duelo con el Manchester con un simple “que gane el mejor”.




Aparte de eso y como siempre que nos enfrentamos a una gran final aparecían en el horizonte algunos nubarrones del pasado. La situación parecía muy semejante a la de la aciaga primavera de 1994 (y no lo digo por el suicidio de Kurt Covain), un equipo que era el asombro de Europa y resto del Mundo, capitaneado por un entrenador que había hecho de la excelencia en el juego su bandera, que venía de ganar la liga por cuarta vez, que ya había conseguido el máximo galardón del fútbol continental dos años antes y que por lo tanto venía con la vitola de favorito (una calificación a la que por cierto se sumaron arteramente nuestros contrincantes de aquella vez). Sí, fue la aciaga noche de Atenas donde el Milán nos dio tal galletazo que bajamos a tierra sin paracaídas, iniciando además una espiral descendente que sólo se pudo remontar diez años más tarde.



Pero quizás el mayor factor de tranquilidad a este respecto lo constituía el hecho de que uno de los que padecieron la tragedia griega estaba en esta ocasión al mando del timón, y que no iba a permitir que la estúpida euforia de nuevo rico que se apoderó de nosotros aquella vez se reprodujera.

Por otro lado reconozco que no tenía demasiadas referencias del Manchester quitando su doble enfrentamiento con el Shalke 04 y algunos partidos importantes de la Premier. Siempre he dicho que del fútbol inglés me gusta todo excepto…..su fútbol que siempre me ha dado dolor de cabeza. Una clase de juego dominado por la fuerza física, la rapidez y la profundidad, el movimiento continuo del balón, el pase largo como forma de vida y el juego de contacto (duro pero sin las asperezas y guarrerías de los Pepes y Arbeloas de turno).

En definitiva un equipo que basaba todo su juego en una defensa fuerte y en una línea media-delantera de jugadores con instinto asesino de cara al área y veteranos medio campistas de apoyo.




Ante este panorama Pep alineó lo más parecido al equipo titular que podía poner en el campo (y que, como suele ser costumbre, raras veces consiguió reunir a lo largo del curso) con la única salvedad de Puyol. Una salvedad que yo personalmente intuía como algo más que una mera posibilidad debido a la practica ausencia del corajudo capitán en los últimos partidos de preparación, está claro que Puyi sigue sin estar en plena forma (de hecho tendrá que pasar por el quirófano en pocos días) y en esas condiciones no se puede saltar a disputar toda una final de la Champions. En su lugar Pep colocó en el centro de la defensa a Javier Mascherano, un jugador que en pocos meses se ha ganado el respeto de toda la parroquia culé por su dedicación y su profesionalidad, todo un Baresi de la Pampa




No diré que los primeros compases del partido respondieron a las postulados del último enfrentamiento que tuvimos con los mancunians, diré que respondieron a los postulados de casi cualquier partido que hemos jugado esta temporada contra cualquier equipo que pretenda algo más que empatarnos. El Manchester comenzó presionando en todo el campo, tapando la zona del centro de campo, bloqueando las líneas de pase hacia los hombres de la delantera y atosigando a los defensas tratando de provocar el fallo, algo que en ocasiones estuvieron a punto de conseguir, sobre todo porque Alves no dio un pase en condiciones en toda la primera parte y Abidal transmitía una desagradable sensación de inseguridad.

Pero, como asimismo suele pasar casi siempre, tras diez minutos de agobio el equipo se sacudió el letargo, Xavi comenzó a coger la batuta y, custodiado por Messi e Iniesta, comenzó a buscar las diabólicas combinaciones que vuelven loca a cualquier defensa. En unos minutos de dominio total se multiplicaron las alternativas en ataque, podía tratarse de un pase lateral del propio Xavi que Pedro no pudo rematar por poco, o una internada de Villa seguida de un disparo envenado en diagonal o incluso algún tiro a media distancia (una variante ofensiva a la que el Barça no es demasiado proclive pero que, viendo lo que pasó ayer, merece tener más peso en nuestro amplio repertorio en ataque). En medio de la avalancha el hoy capitán del equipo se inventó una de sus asistencias imposibles que aprovecho Pedro para dar muestras de su verticalidad y agrandar su leyenda personal.



El Barça no tuvo demasiado tiempo para pensar en cómo plantear el partido a raíz de esa primera ventaja ya que el Manchester empató en prácticamente la única jugada en la que fue capaz de enlazar tres pases seguidos en nuestra zona de tres cuartos. Hasta ese momento el juego de los hombres de Ferguson estaba siendo bastante pobre, limitándose a lanzar pases largos tratando de encontrar al “Chicharito” Hernández, algo que no se consiguió ni una sola vez ya que el delantero mexicano estuvo siempre más solo que la una. Asimismo las temidas incursiones de Valencia por la banda izquierda quedaron en nada y el jugador ecuatoriano sólo destacó por el sorprendente hecho de que no se le mostrara una tarjeta amarilla hasta bien entrada la segunda mitad. Otra alternativa que los británicos intentaron fue montar contragolpes a base de usar a Giggs y sobre todo a Rooney como enganches pero, a pesar de que la estrella del Manchester se partió el pecho (gol aparte, fue el mejor de su equipo) durante todo el encuentro, tampoco consiguió convertir ninguna de estas jugadas en algo remotamente peligroso. Pero de todos modos y a pesar de su impotencia, el equipo inglés cuenta con jugadores con el talento suficiente como para al menos hacer un gol y eso fue exactamente lo que hicieron.



El Barça por su parte no se vino abajo con este gol y siguió imponiendo su superior juego fruto del cual vinieron dos jugadas que no acabaron en gol por milímetros.De este modo se llegó al descanso con incertidumbre en el marcador mas no en el juego en el que, repito, nuestra superioridad era incuestionable. Está claro que en una final puede ocurrir cualquier cosa pero visto lo visto no era posible que el Manchester nos arrebatara el triunfo.

Como demostración de ello, tras la reanudación el equipo salió de nuevo a la carga con los jugadores más entonados aun, con Mascherano y Busquets convertidos en titanes a la hora de cortar las aproximaciones de los ingleses y servir de punto de apoyo, Alves volcado en su tarea ofensiva donde tuvo mayor fortuna que en su vertiente zaguera, Iniesta cogiendo el relevo de Xavi para orquestar el juego de ataque y Messi convertido una vez más en el Arquitecto del Universo culé, en una de las ocasiones en las que recibió el balón con ventaja se inventó un tiro exterior en el que volvió a dejar clara cual es, por encima de cualquier otra, su cualidad más desequilibrante: cuando agarra la pelota nadie sabe qué coño va a hacer con ella, o por lo menos Van der Sar no tuvo ni la más mínima idea. La celebración de este importantísimo tanto por parte del genio de Rosario será sin duda una de las imágenes más perdurables de la final de 2011




Habíamos logrado coger ventaja otra vez pero sin olvidar que el Manchester (que volvía a estar completamente fuera del partido) podía sacarse otro gol de la manga a la menor debilidad, de modo que el Barça decidió seguir jugando como hasta ese momento buscando el gol de la tranquilidad que llegó precedido de otra genialidad de Leo que acabó llegando a los pies de Villa que ejecutó el gol más bello de la noche y posiblemente el más importante, porque significaba la victoria definitiva y porque toda la afición blaugrana dentro y fuera del estadio lo celebró con especial entusiasmo debido al doloroso bache por el que el delantero asturiano había pasado en los últimos tiempos, un bache al que se ponía fin con ese golpe maestro. La final de Wembley 92 siempre será recordada por el gol de Koeman, la de Paris en 2006 por el de Belleti, la de Roma 2009 por el cabezazo inverosímil de Leo Messi. El tiempo dirá cual será la imagen emblemática de esta final pero yo personalmente ya he elegido cual será la que siempre recordaré: el balsámico gol de Villa y la emotiva celebración posterior.




Tras el definitivo varapalo los de Fergusson demostraron el coraje de seguir intentando lo imposible mientras nuestro equipo se dedicó a dejar pasar el tiempo (con algún intervalo en el que pudimos incluso aumentar la ventaja) y dar entrada a Keita, Puyol y Afellay en un gesto que tuvo más de homenaje (y un poquito de pérdida de tiempo) que de autentica necesidad. Final del partido, victoria, título y colofón a otra temporada para la historia.

Los jugadores inician ahora (compromisos de selección aparte) un merecidísimo descanso que también nos daremos los aficionados y en concreto el que firma estas letras. Han sido desde luego nueve meses agotadores, más por el ruido y la furia exterior que por la mera emoción del deporte. De modo que sirva este post para despedir con broche de oro la temporada 2010-2011 e iniciar un silencio estival que sólo se romperá para comentar algún tema digno de mención. Para despedirme añadir únicamente que ha sido un orgullo derrotar, en un encuentro caracterizado por la deportividad y que sólo será recordado por su fútbol, a un grande de Europa dirigido por un igualmente gran entrenador que además ayer se portó como un caballero


11 comentarios:

Blogger Deckard ha dicho...

Copy y paste.

28 de mayo de 2011, 13:48  
Blogger El Impenitente ha dicho...

Enhorabuena. Nos pasamos la vida dándote la enhorabuena. Esto sí que es el día de la marmota.

28 de mayo de 2011, 23:29  
Blogger JRB ha dicho...

Qué grande, qué grande, qué grande. Este es el mejor equipo de la Historia.

Acabé viendo el partido en la pantalla gigante del Arco de Triunfo, con otros 35.000 exaltados. Afónico, duchado en cerveza y doliéndome cada músculo del cuerpo, pero loco de euforia. De 2006 a 2011, tres Champions y dos años llegando a semifinales. Equipazo. Espero tu post actualizado.

29 de mayo de 2011, 3:35  
Blogger El Impenitente ha dicho...

Mi crío sigue dando saltos. El tío cabrón, a sus siete años, ya ha ganado mucho más que todo lo que voy yo a ganar en toda mi vida, Selección incluida.

29 de mayo de 2011, 11:58  
Blogger SisterBoy ha dicho...

Deckard e Impenitente, conviertanse a la autentica fe

29 de mayo de 2011, 14:27  
Blogger El Impenitente ha dicho...

¿Shakira es la auténtica fe?

30 de mayo de 2011, 4:35  
Blogger SisterBoy ha dicho...

No, es la María Magdalena de la fe

30 de mayo de 2011, 5:04  
Blogger SisterBoy ha dicho...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

30 de mayo de 2011, 5:04  
Blogger El Impenitente ha dicho...

Dile a Piqué que se vigile el azúcar, que tanto pastelón no puede ser bueno.

30 de mayo de 2011, 10:33  
Blogger Deckard ha dicho...

Tampoco nos pongamos ahora a evangelizar, porque si no te diría que deberías haber sido del Madrid desde que naciste.

Espero que el año que viene Mou el todopoderoso les diga a los chicos que jueguen al fútbol también contra el Barça.

31 de mayo de 2011, 4:12  
Anonymous Logroño ha dicho...

la cara de mou es de risa! haha

19 de agosto de 2013, 8:18  

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